Puedo dejar que mi vida pase por delante de mis narices sin siquiera vivirla, pero permaneciendo en ese lado de la acera que tanta inmunidad me proporciona, aunque del mismo modo momentánea. Muchas caras diferentes, muchos nombres distintos van borrando mis huellas en el camino, pero si vuelvo hacia atrás para volver a crearlas perderé mis formas y el sendero que me llevó hacia allí. Cambiaría toda una existencia y no me aseguraría un futuro. ¿Qué carretera es la mía? Posiblemente cualquiera que escoja.
¿A quién le importa si me hago daño y sufro? ¿A quién le importa si me derrumban y me vengo abajo? ¿A quién le importa si cierro la puerta y nadie me espera por fuera? ¿A quién le importa si desaparezco del mapa y no me vuelven a encontrar? ¿Y si el mundo me empuja hasta llegar al final de mis fuerzas, hasta el desgaste de mis limitaciones?
Yo solamente sé que no me importa cuánta pena y dolor pueda llegar a rodearme. No volveré a soltar una lágrima por el maldito destino que me acecha en cada esquina. Mi mala espina me la zampo de entrantes y a la mala suerte me la como de postre, porque no dejaré que ninguna mala noticia detenga mi mundo ni un segundo más.
Haré como si hubiera tenido alguna otra opción esta vez. Simularé que tuve alguna otra alternativa en este peldaño de mi aún corta vida. Porque aunque me fuercen a pararme durante un puñado de días, no va a cambiar absolutamente nada de mí, de lo que soy y de lo que quiero ser. Mis metas seguirán siendo mi fuerza.
Estaba en uno de los momentos más felices de mi vida, haciendo lo que me gusta y lo que siempre he querido hacer, y volverá a ser así en cuanto se curen estas cicatrices...cueste lo que cueste.
1 comentario:
Me alegra leer tanto optimismo. Un besote
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