sábado, 22 de noviembre de 2014

AGUARDIENTE


En silencio todo este tiempo he dejado que me invada el azul.
Le he vuelto a brindar unas alas al miedo yendo a contraluz. 
No recuerdo cuál era ese sueño que antes tenía por norte y por sur.
Se ha apagado su estela y el tiempo se acaba en la cruz. 

¿En qué momento permití que la alegría fuera el fin en lugar de ser el medio en que viví? 
Y no encuentro en ningún lado un rincón abandonado 
donde hacerme con las ruinas un colchón.

He corrido tanto que olvidé adonde iba. Ha llovido tan poco que las grietas se ven. 
Tengo seca hasta el alma estos días y se cierran mis labios cada vez que intento beber.
He sido tan poco que nadie me veía. He cargado con tanto que me he hundido al final. 
Yo creí que esquivando las balas se ganaban batallas y no tuve valor para más.

En silencio todo este tiempo, escondida cediendo mi turno. 
Ya ha pasado y no hay nada que pueda evitar el alud. 
¿Cuándo dejé de compartir encerrada sin salir? 
Entrenando las defensas para huir. 
Y entregué en estado urgente mi salud al aguardiente 
confundiéndome entre luces de neón.

He corrido tanto que olvidé adonde iba. Ha llovido tan poco que las grietas se ven. 
Tengo seca hasta el alma estos días y se cierran mis labios cada vez que intento beber.
He sido tan poco que nadie me veía. He cargado con tanto que me he hundido al final. 
Yo creí que esquivando las balas se ganaban batallas y no tuve valor para más.

¿En qué momento permití que la alegría fuera el fin en lugar de ser el medio en que viví?
 Y no encuentro en ningún lado un rincón abandonado 
confundiéndome entre luces de neón.

He corrido tanto que olvidé adonde iba. Ha llovido tan poco que las grietas se ven. 
Tengo seca hasta el alma estos días y se cierran mis labios cada vez que intento beber.
He sido tan poco que nadie me veía. He cargado con tanto que me he hundido al final. 
Yo creí que esquivando las balas se ganaban batallas y no tuve valor para más.

Hoy hablé después de todo este tiempo. Lo reconozco...yo me hice la cruz. 
La sigo arrastrando peldaño a peldaño queriendo ver luz.


Neus Ferri

domingo, 9 de noviembre de 2014

AUCRICA

Igual soy yo…que me he hecho mayor. Que con el paso del tiempo y las arrugas me da por ponerme más en la piel de lo ajeno, lo que no me toca de cerca, pero me afecta de lejos. La vida en sí, que se me antoja larga y corta, dura y bonita. Veo lo que está ocurriendo con esta sociedad que mata lo que no quiere, que esconde los errores en alcobas temporales hasta que salen y arrasan con vidas completas. Los del poder que hacen con nosotros lo que quieran. Unos que no hablan, otros que no se callan y alcanzan. La policía, que todo lo soluciona a palos. El ébola, que a nadie le interesaba porque estaba en otra dimensión llamada África. La culpa al final es de un pobre perro que no hizo más que salir a pasear con sus dueños, y a mí que se me parte el alma con tanta injusticia. No hablo ya de perros, de enfermedades terminales, de pandemias, de temporales, de continentes malditos, de desequilibrios…yo hablo de humanidad.
Siempre he partido de la base que el ser humano, con sus matices, presiones, pros y contras siempre tiene un sentido común, una lógica, o en su defecto un corazón. Si este late supongo que es porque dentro hay algo que se emociona, que alguna vez se ha enternecido y ha sentido pena, nostalgia, empatía. Si todos y cada uno de nosotros hemos sentido algo así ¿por qué ya no sabemos ni qué idioma hablamos? Unos se pasan la vida hablando sin decir nada, otros gritando sin ser escuchado, otros manifestándose para recibir palizas, otros en casa esperando a que la tormenta pase. El mundo que yo creía conocer resulta estar lleno de mucha gente y de muy pocas personas. No se trata de diferencias, de intereses o de batallas, yo solamente hablo de mantener este planeta vivo, de preservarlo, de guardar culturas, de presumir de respeto e igualdad, de compartir, de salvar lo que nos proporciona la vida, de dejar pasar a otra persona antes de empujarla para entrar uno mismo.
Puede que sea el día, que sea “mi” día, el tonto, el día que todos tenemos de vez en cuando, pero yo llega un momento en el que ya dejo de entender, dejo de pensar y dejo de opinar porque si me mojo es que soy un radical y si no me mojo me tachan de cobarde. Sin embargo, algo que tengo en mi interior no me deja quedarme en casa, no me deja sin voz ni voto, y no me deja sin ser otra persona que no sea yo; ya proteste, grite o corra. Así es como aprendí a ver las cosas, como aprendí a dialogar, a defender lo que creo justo, a aceptar las veces que me equivoco, a pedir disculpas si siento que lo he hecho mal. Y como no es perfección de lo que estoy hecho sigo aprendiendo en el proceso. Porque las metas cuestan y porque yo ya no pido que se cumpla, yo ahora pido que sea posible. Partiendo de esa base me pongo la armadura y salgo a luchar.

El protector de los animales, anti-taurino, pro-Excalibur a muerte, el que prefiere hablar a los animales que escuchar sandeces de personas, el que da dinero para que otros que tienen más tiempo y voluntad que yo salven el Ártico, el cobarde que no se atreve a ser vegetariano porque precisamente no piensa que va a cambiar nada. Así, con mi admiración a mucho y mi desprecio a otros me limito a ser yo. Al igual que más racional que nunca, me he vuelto más práctico y por eso ya no doy explicaciones cuando no me apetece, ni hablo del pasado si no voy a sacar nada en claro. Por eso dejo que las personas crean lo que quieran creer, que entre ellas se envenenen con historias, que se retroalimenten a mi costa sin saber que yo sigo durmiendo por las noches. Al que le pesa más una desinformación que mi propia versión lo invito a marcharse y no volveré a buscarlo jamás, y al que me traiciona con mentiras lo desdibujo de mi vida, y más si ya tiene su sentencia escrita en los genes. Unos me llaman cruel, y otros valiente, pero yo…no puedo ser otra cosa que Raúl, el que grita verdades aunque duelan, y el que me juzgue que se mire en el espejo y se confiese. 

viernes, 7 de noviembre de 2014

VERSOS DE UN PASADO PLUSCUAMPERFECTO

Y si miro hacia atrás veo muchas irrealidades. Veo compañeros de piso que pretendían más de lo que daban, que tiran gatos por terceras plantas, que son tan consecuentes como un bebé que chupa teta. Veo relaciones que continuaban ya acabadas, que estaban sentenciadas por exparejas con vaivenes de majara, con ilógica a la carta, con cordura intermitentemente selectiva. Veo poetas al límite de sus ganas, de sus fuerzas y de sus entrañas, con necesidad de un cambio de calañas, de alturas, economía y patrañas. Veo amigos que se desvanecen con mentiras, heridos por verdades, traicionados por su propia existencia a la par que culpan al primero que señalan. Veo historias sin desmantelar, pruebas que me malseñalan, vocablos que mi lengua crea con ganas de expresar lo que no se cuenta. Veo traidores que compartían casa, que mienten más que hablan, que ensucian a niveles de chapapotes en comunidades, de orinados en botellas, de desagradecidos a desatino. Veo infectados de virus muy poco agradecidos, que se creen que ganan batallas dando a otros por vencidos, que ocultan infidelidades tras unos intereses propios de calaña, de trigo sucio y azúcar de caña. Tullidos que tragan tralla, a los que engañan con patrañas, que se dejan llevar por la falta de coherencia humana, que cerebros si no funcionan que se dediquen a la desconfianza. Veo mentiras en montañas, que dicen “voy con uno” tras probar maraña, que vuelven limpitos con el alma impía hablando en primera persona. Veo envidia en forma de amistad, que demuestra no otra cosa que deslealtad, poco amor propio y un triste final. Veo morriña, que me da al tener que dar lecciones a basura que se cree mejor que uno porque no ve más allá de su altura, y es de esto de los que presume más de uno que cuando llegue a los 50 no se verá ni su propio culo. Veo mierda, en las caras, voces y palabras de algunos; en las historias que muchas veces empañan, en las relaciones que no hacen más que autoengañan y así se pasa el tiempo alguna que otra pequeña artimaña. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

AT THE SUN...

Hubo una época en la que me hice tan pequeño que nadie podía verme. Justo como las hormigas que nadie aprecia desde la copa de un árbol. El miedo me invadía capa por capa, desde la epidermis hasta el más profundo de mis órganos. El terror se filtraba con el agua por mis riñones y luego bombeaba hacia mis venas desde mi corazón. Mezclado con el oxígeno lo convertía en óxido y me tupía hasta hacerme morir. La muerte, que tantas veces me visitaba de formas diferentes se negaba a obedecer mi petición de marcha. El sufrimiento era peor que cualquier despedida repentina. Así, poco a poco me convertía en la nada absoluto, en el más oscuro de los vacíos. Mi reflejo no soportaba mi mirada y el espejo decidió darme la espalda para no reflejar las ojeras que me estaban destruyendo la cara. Un rostro nunca bello, pero sí demacrado por los azotes del caos que tenía en mi cabeza. La vida, tan ajena a mis días que llegué a pensar que la había perdido. La encontraba dando vueltas por mi lado del colchón hasta que volvía a entrar con mi respiración. Para mí el último de los suspiros, pero para el destino se trataba de una nueva oportunidad, como todas las que dejé pasar por la ceguera adquirida que padecía. Mi boca se negaba a hablar, mi cerebro no daba órdenes de impulsos y mi sistema motor se negaba a dejarme avanzar un solo paso más. Así pasaron los días, las semanas, los meses… haciendo que mi cuerpo se marchitara, que mis entrañas ocupasen todo el espacio libre de mi existencia y que lo único que me unía a la humanidad era un mantenimiento mínimo del cuerpo que se limitaba a dejarme ir al baño, y cerrar los ojos varias horas al anochecer.  Pensar; pensar se convertía en el pasatiempo de mis ratos, que no fueron pocos. Los condicionales imposibles, las promesas sin cumplir, las largas esperas de abrazos que no llegaron. Azotes de soledad, maldiciones hacia mi persona, la tortura de la invisibilidad que un día deseé para curiosear mi sociedad y ahora que la poseía me destruía lentamente. Así, justo así es como el cuerpo humano de un hombre empieza su propia autodestrucción. Así, con el simple paso de deprimirse y hacerse pequeño hasta el punto de no encontrarse ni aun siendo su propio dueño. Así, fue como desaparecí en aquella época, y aunque hoy no sé si vuelvo a existir…seguramente algún día sea capaz de volver a encontrarme, pero solo si alguna vez fui alguien…


EL COMIENZO NUNCA RESIDE SOBRE NINGÚN PRINCIPIO...

Parecía que nunca nacería, pero aquí está...con una estética forzada y protocolaria. Con un toque propio de esos que te recuerdan a quién pertenece y con muchas expectativas de futuro (para liberar tensiones más que nada). Sin más, pongamos puntos y suspensivos a esto que nace hoy y que nadie sabe hasta dónde llegará....bienvenidos a mi verdad




"LA LOCURA QUIZÁ NO SEA OTRA COSA QUE LA SABIDURÍA MISMA QUE, CANSADA DE SOPORTAR LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO, HA TOMADO LA INTELIGENTE RESOLUCIÓN DE VOLVERSE LOCA"

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE