
Ciertamente Canarias no está preparada. Por más que los vientos y las lluvias nos azoten, nunca se aprenderá a defenderse como es debido. Las alcantarillas y cañerías seguirán tupiéndose y rompiéndose. Las calles seguirán rebozando agua, las personas seguirán achicando agua y la lluvia seguirá azotando con agua.
No sólo hablamos de las viviendas particulares de la comunidad canaria, sino de grandes establecimientos que se inundan. El Corte Inglés tenía a sus trabajadores trabajando en cañerías, falsos techos y quitando agua con cubos. Revistas y libros mojados, charcos en medio de los pasillos, secciones cerradas y luz de generadores. Apenas se podía salir a la calle, aunque era el día idóneo para robar en el establecimiento. Nadie estaba en su puesto de trabajo.
Coches arrastrados, personas caminando con el agua por las rodillas y la cintura. Lo peor de todo es que ni siquiera era una lluvia torrencial, se trataba de una lluvia que en cualquier otra ciudad europea no hubiera sido más que una mera y simple lluvia. El día que un aguacero de verdad caiga en las islas desaparecerán del mapa hundidas por el agua.
No pasa nada, porque seguiremos invirtiendo millones en nuestros carnavales y en nuestras celebraciones, fiestas y jolgorios. Seguiremos pagando cantidades astronómicas a esos controladores aéreos y seguiremos aguantando las huelgas del personal sanitario y derivados a los que no les bastan sus miles de euros mensuales. Mientras tanto seguirán otros miles de españoles en paro y otros muchos trabajos por hacer para mejorar las instalaciones eléctricas y de saneamiento. Pero no importa, porque siempre tendremos carnavales y tranvía para ir a disfrutarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario