Los soñadores nunca sacan las alas. Por miedo, por cobardía, por lo que sea...al final se quedan, se marchitan y se mueren. Viven su vida cotidiana y sobreviven con ayuda de abrazos y besos con sabor a azúcar, de esos que engordan.
Los que no tienen rumbo pueden acabar en el infierno, vagando durante años hasta que descubren quiénes son en realidad. Sin saber de idiomas, monedas o fronteras. Un cero en cultura general, pero un infinito en experiencias que no pueden expresar con palabras, y mueren en los pensamientos.
Los que saben todo al final no saben de nada y los ignorantes se convierten en sabios. Echamos de menos y de más. Queremos que se vayan y que se queden. No volver a verlos, pero los tenemos grabados en la mente. Queremos verlos de nuevo, y se nos borran sus caras en el cerebro.
Cosas del tiempo, que es "mu" perro.
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