Me entregué como libro abierto. Tantas páginas escritas en estos últimos años y muchas de ellas con el mismo nombre, pero sin dueño. Momentos, sensaciones, recuerdos, lamentaciones, lágrimas como las que salieron hace nada de mis ojos...todo a flor de piel. Pude concentrarlo, coger valor de donde creí que no saldría y entregar el cuaderno. La tinta con borrones dejaba entrever mi idiotez, mi tontería, testarudez, y la rabia contenida por imbécil. Acabó provocando girones en las páginas y el papel arrugado de tanto humedecerlo con sal.
Aunque ni yo mismo lo crea me siento feliz. Feliz por haber dado ese paso de mostrar lo que nunca muestro y lo que tenía escondido para nadie en particular y para alguien en general. Decir lo que nunca me atreví, que perdí, que me rendí en mal momento, que no era yo, que no di lo que tenía que dar, que no era el momento perfecto, que el tiempo me engañó con sus tramas y mentiras y yo era ingenuo, absurdo, un niño. Ya hasta me sorprendo al ver que no soy mala persona para nada como me han tachado tantas veces, ya no me creo ese cuento maléfico donde el malo es inteligente y engaña a los demás.
Perdí la batalla, la guerra, la rebelión, lo perdí todo por nada, pero así es la ruleta de la vida. Ahora con 27 años me considero un poco más sabio de las relaciones con las personas, pero sigo siendo un ignorante de los sentimientos, no puedo dominarlos...tan solo los controlo para que no se alejen, pero me hacen daño. Esa habitación no podía guardarlos durante mucho tiempo y los plasmé en mi cuaderno y ahora la humanidad entera lo ha leído. Sobre todo aquellos ojos que me matan cada vez que me miran, negros como el petróleo, lo más bonitos que he conocido...ojos así...
La vida es tan perra, da tantas vueltas que no se qué será de mí cuando cumpla los 38, si es que llego bien del todo. No hago conjeturas para no desvelar el misterio, pero sigo confiando en que el destino guarda emociones sin límites para alguien con mi camino. Más vale tarde que nunca me lo aplico como ley de vida, y hoy me veo mucho más liviano, así que correré como un demonio detrás de la verdad, aunque nunca llegue a rozarle los talones. Mi azotea está más aireada sin aquella gran pelota de papel, ahora solamente espero que las cosas vengan como tengan que venir, y que ocurra lo que tenga que ocurrir...esperaré expectante...
No hay comentarios:
Publicar un comentario