Cuentan que hace años nació alguien muy especial. Con el tiempo se convirtió en uno de los hombres más hermosos del planeta. Alto, moreno, ojos azul cielo, azul mar, azul todo. Sin siquiera pensarlo apareció en la vida de un triste poeta sin rumbo. Con el paso de los años se reunían de vez en cuando para hablar, para mirarse, para abrazarse, para conocerse. Fue justo hace unos días que se vieron por última vez, en un lugar extraño, ajeno.Por primera vez parecía derrumbarse aquel muro invisible que les impedía ser ellos mismos del todo. Ojos azules no paraba de sonreír y el poeta hacía lo propio a su lado. Hablaban sobre sus presentes, sus pasados, sus futuros, sobre el tiempo, las responsabilidades, la vida, el dinero y el amor. El poeta miraba con interés y sentía una atracción sin límites. Algo ocurría más allá del físico y más profundo que el espíritu. Lo miraba y veía todo lo que necesitaba para ser feliz, pero también sabía que no lo confesaría jamás, ya que no quería estropear la amistad especial que con los años habían cultivado. al verlo pensó "sé que soy el hombre que puede hacerte feliz para siempre, no busques más, yo estoy aquí". En cambio, tan solo pudo decir "necesito ir al baño".
Pasaron segundos, minutos, horas hablando, con miradas, con sonrisas y al fin el pobre se atrevió a rozar la pierna de ojos azules. En un acto de valentía dejó su mano sobre su rodilla y la acarició suavemente, así durante minutos. Después de disimular un poco más sus labios se encontraron. El poeta abría los ojos para ver si todo aquello era real, y entonces ocurrió. Aquellos ojos azul intenso lo mataron por completo, y el poeta sabía que lo matarían por siempre. Su pelo tan suave, su corta barba era demasiado perfecta, su silueta de ensueño, sus caricias...todo como siempre había soñado en muy pocos segundos. Se fundían en besos, abrazos y caricias que perdurarían en la mente del poeta de por vida. El poeta cerraba los ojos y los abría constantemente para seguir creyéndose que todo aquello era real. Poco a poco se despojaban de sus ropas hasta que sus cuerpos desnudos se daban calor mutuamente. Todo era tan cálido, tan especial, tan único...se quedaría ahí para siempre fundido en aquel abrazo. Cuando se acercaba la noche ojos de cielo y el poeta debían partir...sin saber cuándo volverían a encontrarse. Mientras el poeta pensaba en todos aquellos años de reuniones a escondidas en el pasado, se preguntaba si una vez entrados los 30...se atrevería a confesar la realidad de su existencia: que no cabe existencia ninguna sin ojos azules a su lado.
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