PROMESAS POR CUMPLIR

Y el poeta sin rumbo volvió a las andadas. Siguió pasándose horas dándole al coco, cerrando ventanas en su interior para que los sentimientos no aflorara, para no mezclar razón con corazón, con ilusión o con tentación. Dicen en los Balcanes que todo lo que acaba en "-ón" en cuanto a sensaciones se refiere es muy peligroso y probablemente el poeta lo domina en demasía. Horas en el sillón esperando una llamada o un mensaje que no llegarán tan pronto...reacciones, feedback que no vendrán jamás. ¿Y si ojos azules no siente nada? Los recuerdos no se iban de su mente, el olor en su piel, los besos que robó se le escapaban de los labios, y ese perfume...
Es curioso que ninguna de las ocasiones anteriores hubiera ocurrido de esa forma. Tantas veces desnudos uno frente al otro y nunca había sentido nada. Sin embargo, ahora todo era tan complejo. Después de 6 o 7 años ya eran hombres con una vida que continuaba y que probablemente no estaba destinada a seguir un mismo sendero, pero ¿quién decía eso? ¿Acaso el amor no puede con todo? No era viable, no era posible. Aún persistía aquella promesa de no enamorarse que se juró una noche con sangre tras el primer enredo. De eso trataba el tema, no caer, no debilitarse. Desaparecer si aparecía una tercera persona y dar señales al volver a estar soltero...para aquellos buenos ratos.
Maldita promesa. Las morales del poeta no le permitían confesar la verdad y sabía perfectamente que se trataba de una pescadilla que se comería la cola tarde o temprano. Nadar en aquellos ojos color agua se antojaba imposible, volver a tener aquella silueta en sus manos como algo más que un maniquí a alta temperatura ya no le apetecía. Quería lazos, uniones, compromisos, quería tenerlo, amarlo, hacerlo feliz, sentirlo, mimarlo con caricias, con sonrisas, con palabras, despertarlo con besos, con abrazos, con yemas de los dedos desenfrenados, con palabras de pasión, con frases nunca dichas, con desayunos infinitos, con charlas hasta la madrugada... Quería dar tanto que se perdía al pensar lo que nunca podría ser.
El poeta frente al espejo se miró, vio su cabello moreno despeinado, descuidado, su enorme nariz, sus ojeras moradas, sus labios finos, su seriedad grave, enormes pestañas, en resumen, un saco de huesos. ¿Cómo iba a quererlo alguien tan perfecto siento la imperfección personalizada? ¿Acaso sus poemas serían suficientes para atraer a alguien? ¿De qué servirá escribir bien si finalmente nadie lo llega a leer? ¿Se podrá vivir de ilusiones, alimentarse de recuerdos, beber historias sin terminar? Con lágrimas en los ojos el poeta dio un puñetazo al espejo haciéndolo añicos. Ahora encima siete nuevos años de desdicha. ¿Acaso serían suficientes para volver a recomponer un corazón que ama a escondidas?