Aparecen momentos congelados en mi vida en forma de imágen infinita. En ellas observo cómo continúa la vida sin mí. Veo todos esos lugares en los que debería haber estado yo, en uno de esos huecos de la foto, asomando con mi sonrisa de oreja a oreja. La envidia me asalta por un momento dando paso a la nostalgia de lo que fue y no pudo ser. No hablo de remordimientos del pasado, es una sensación extraña de cercanía y añoranza que quizás me hace un poco más humano de lo que soy. Me imagino rodeado de aquel entorno que una vez me acogió, y que nunca fue mío por más que yo lo sintiese así. Supongo que sin amor no hay entrada para ese lugar que desde aquí parece tan bonito. Ni siquiera una buena amistad podría volver a acercarme a todas esas sensaciones que traspasan el papel y la pantalla...una verdadera lástima.
Aquella sonrisa, la que me mató una vez y me dije que no volvería hacerlo. Pero vino por sorpresa. Una reunión inesperada para actualizar las vidas de dos amigos en la lejanía y ahí apareció. Hablando horas y horas hasta que de repente lo hizo. Lanzó esa sonrisa en forma de cuchillo que se clavó primero en mis ojos, bajando hasta mi pecho y enterrándose en lo más profundo de mi ser. Dio paso a todos esos momentos del pasado que ya parecían sepultados y sin quererlo me vi envuelto en un presente con toques que ya casi había olvidado. La sonrisa más pícara de la historia volvía a abatirme, pero esta vez con más arrugas, con unos años a la espalda de más y yo nuevamente me quedé perpetuo y clavado en medio de la calle, con la mirada perdida...perdida en los recuerdos...
Volvió la perfección, la que nunca llegó a irse. Nunca fue tan real esa frase que habla de las personas y cómo mejoran con el tiempo, igual que el vino. No se ha ido de mi memoria jamás, y dudo que llegue a hacerlo en un tiempo. Imposible olvidar tantas emociones, tanta locura, tantos momentos, desesperación, pasión, anhelo...la vida era de una forma que no había descubierto ni creo que vuelva a descubrir. Un hombre con varios años menos que se vería tumbado jurando amor eterno. Ahora tan solo un amigo confesor de los deseos del futuro grabado en una agenda de teléfono. Todo quedó en algo, que debería ser bastante aún dejando de ser suficiente. Creo que el tiempo, el destino y la suerte están jugando conmigo igual que lo hace el viento con un pelele de paja...pobre de mí.
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