VIERNES...

Los viernes son días extraños que no me gustan demasiado. Suelen ser días traicioneros en los que el cielo se me viene encima, el viento me gana la carrera y las lluvias me entumecen los huesos. Los viernes nadie se preocupa por mi sombra, ni me sacan de paseo. Hago de mi habitación territorio comanche hasta que no queda nada más por leer. No hay término medio los viernes, siempre es demasiado de cualquier cosa, la menos esperada, la que más me afecta...mi propia auto destrucción.
Los viernes no soy bueno en nada, nadie me elige para sus planes ni piensa en mí como solía pasar...como aquellos días de brilé que todos querían estar en mi equipo. Ahora recuerdo que nunca era viernes entonces. Vuelvo a la noria en mi mente de la que no puedo bajar, ni comer, ni dormir, ni soñar. Solamente puedo pedir auxilio a caras que no reconozco ni ofrecen ayuda. El viernes se me atasca cada semana.
Los viernes acaba antes la función, cierra todo más temprano y los precios suben por momentos. No hay ofertas que valgan, ni vocabulario nuevo que comprar, es la misma historia de siempre. Acabo por el principio y empiezo por el final, es mi mundo al revés, no veo lo que es, ni lo que hay, sino lo que falta. Una sensación extraña...creo que los viernes es cuando soy yo, cuando me quito la careta y dejo de gustarme de repente. Como un espejo roto en mil pedazos que nunca se vuelve a recomponer, así puedo llegar a ser.
No me siento de humor los viernes, ni hablo, ni digo... No estoy preparado para afrontar esos días durante 24 horas seguidas si mi mente sigue enredada, pero prometo volver a empezar si la vida me da oportunidades para volver a aquel baile en el que sonaba mi propia canción. Los viernes tengo mi corazón en la manga y mis latidos en el puño. Los viernes me atacaron una vez y me atacarán para siempre...