Los días pasaron primero, convirtiéndose en meses, alejándose en forma de años y no nos hemos vuelto a encontrar... Era cierto aquel poema que decía que las promesas nunca eran de verdad, justo anoche lo descubría navegando por la red sin rumbo aparente. Información infinita que sorprende cada día de la forma menos esperada. Fue entonces cuando mi cabeza se puso a pensar sin mi permiso y llegó a una extraña conclusión: Si en vez de compartir un amorío hubiéramos sido compañeros de infancia, de pubertad, de adolescencia...¿seguiría entonces teniéndote en mi vida?
Te hubiera visto volar tu primera cometa aquel día en las cumbres más borrascosas que solo nosotros compartíamos. Dejarnos dormir en el sillón hasta que nos despertasen las voces de tus padres al llegar a casa. Me hubieras dejado leer tu primera canción, aquella que escribiste un abril lluvioso con un simple golpe de piano. Lloraría a mares, de eso estoy seguro. En ella hablarías de tu vida, tu amor, tu amistad, de todo aquello que le preocupa a un joven de 16 años y yo escucharía embelesado hasta que las lágrimas terminasen de rodar por mis mejillas haciéndome saborear su toque salado...como el agua del mar.
Nuestros encuentros a escondidas en la playa de tu vida, en el bosque de la mía, en nuestros poderes secretos que solamente dos necios como nosotros creerían posibles. Ese mundo imaginario, ese idioma inventado que solo tú y yo entendíamos, las miradas, las caricias...todo ello significaría un mundo y seguiría grabado en mi mente hasta la muerte. Luego llegaría tu primer amor, y el mío...nos intentarían alejar pero no iban a poder con tanta fuerza. Después otro amor, y otro...¿de veras también crees que volveríamos a estar juntos? Yo todavía confío que la vida nos vuelva a reunir...allá, dondequiera que estés...
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