SHORTER THAN LIFE

Siempre he pensado que la vida es corta. Llegué a los 18 años apenas sin darme cuenta. Ahora paso el cuarto de siglo, llegaré a los 50 y a partir de ahí me podré ir de cualquier forma en cualquier momento. No es que antes de los 50 no pueda morir, pero no es algo que suela plantearme. Normalmente las personas que llegan a viejas se pasan el resto de sus días sufriendo y luchando contra enfermedades, así que más corta se hace la existencia de una vida humana. Nunca me dará tiempo de leerme todos esos libros que me apetece leer. No podré aprender todo lo que quiero aprender acerca de arte, historia o literatura. Me faltarán decenas de países por visitar y miles de ciudades que conocer. Toda esa gente que aún no he encontrado y con la que probablemente nunca pueda coincidir. Fiestas a las que no podré ir, canciones que no podré escuchar, películas que no podré ver. Con un poco de suerte podré seguir practicando tenis a los 40, y mi memoria me dure más allá de los 60. ¿Qué son 60 años? No dan para nada. Son efímeros. Llegará el momento de morir sin poder hacer siquiera un balance positivo de la vida. Habré tenido más desamores y decepciones que amores de verdad. Amantes no correspondidos. Amigos que me infravaloraron, trabajos que me rechazaron. Seguiré viendo cómo mi familia desaparece poco a poco y me quedaré solterón y solo pudriéndome en la cama de un asilo. "Pobre marica marchitada que nunca tuvo hijos. Hace más de tres años que el hijo de su sobrino no le va a visitar". Ya no podré leer porque no existen gafas suficientes para el aumento que necesito, no podré escuchar la radio porque estaré prácticamente sordo. No entenderé a la sociedad de la época como los mayores ahora no entienden la nuestra y me pasaré el día babándome mientras miro al techo pensando en lo bien que estaba yo hace 20 años y lo guapo que era cuando era joven (aunque fuera mentira). El tiempo es oro.