miércoles, 24 de diciembre de 2008

LO QUE EL CIELO SE LLEVÓ

Tras el ruido de la puerta al cerrarse, el principio del fin apareció.

No recuerdo bien quién dijo que todo lo que nace tiene que morir. Quizás fueron las paredes, esas que todas las noches hacen sordos mis llantos para que los demás no me puedan escuchar. O la bañera que ahoga mis lágrimas y mis suspiros cada vez que el agua cae en forma de lluvia de la ducha.

Es doloroso seguir vivo, y cuando la razón de tu ser ya se ha ido…no podemos hacer que los fantasmas se vayan y vuelvan a sus mazmorras.

Todo cambia, todo continúa, todo fluye, todo evoluciona, pero el dolor sigue ahí. Mientras tanto rezas, sin saber a quién ni por qué, ruegas a alguien o algo en lo que no crees, y le pides explicaciones, razones o motivos.

Tras la larga espera, que ni aún a día de hoy ha cesado, sólo quieres que esa enorme herida que recorre tu ser al fin se convierta en cicatriz. Cicatriz que no se puede borrar del pasado ni del futuro, y con la que tendrás que vivir durante el resto de tu vida.

Te señalarán, y algunos osarán preguntar qué fue de tu vida, qué fue de tus recuerdos, y dónde se ha ido tu sonrisa. Mientras tanto, viajas en el tiempo, y un extraño te dice que es el fin, que la mitad de tu ser no volverá, y si lo hace será sin voz, sin cuerpo, sin sentimientos…solamente volverá en forma de alma atrapada, que no tiene voluntad para reír o llorar, y que nos apuñalará cada día de nuestra vida. Más profundamente que si se hubiera ido ya. De repente se hizo el silencio y la sombra cubrió el lugar donde ya no cabe más dolor. El vacío cogió a la nada de manos y se asentaron en el medio de una casa. Una casa que seguirá entristeciéndome de por vida; una casa donde las campanas de la entrada me recordarán que una vez hubo alguien invencible allí, que finalmente sucumbió. Una casa llena de habitaciones con espectros de ojos tristes que duermen cerca de mi cama, y que me sacan las lágrimas a patadas cada vez que intento cerrar los ojos cada noche. Me recuerdan los indefenso que estoy, y lo difícil que es un mañana en el mundo. Un mundo en el que ahora no hay nada que me pueda interesar. En el epicentro de la casa vaga un alma sin futuro, que se sienta en el sofá mientras ve la vida pasar, pero no la suya, sino la de los frutos de su alegría. Alegría que ya no existe. Mira los cuadros del comedor y recuerda lo que el tiempo se llevó, lo que el viento le arrebató, lo que un día pasó.

Poco a poco el polvo y los recuerdos hacen mella en todo ser viviente, y la maldición sigue en pie, como dijo el demonio que me visitó en mi pesadilla.

En busca de distracciones que me traigan aire, encuentro más recuerdos que me sepultan en medio de tanta confusión. Gente rica contando historias que nadie supo si fueron ciertas, y cuerpos conocidos que te dicen que todo saldrá bien. Tranquilo, todo saldrá bien; hoy estás muriendo, el legado va a perderse y no hay salida a la vista, pero todo saldrá bien. Qué fácil es mentir cuando no tenemos a los demás bajo la piel.

La vida sigue y nosotros con ella, aunque no por mucho tiempo, pero todos lo sabemos. Es fácil decir cosas que no sentimos sólo para parecer mejores personas, pero al final nada importa realmente. No importa quién dijo el qué, o cuándo dijeron cómo. Ya no importa si no puedes sonreír. El tiempo pasa y nos hacemos más fuertes.

Ya podemos hablar de cosas que antes no podíamos pronunciar y ya somos capaces de mira hacia delante, aunque el rabo del ojo siga en nuestra espalda.

Pero después de todo, el tiempo no evitará que yo inunde mi almohada cada noche, que la ahogue con tanto llanto mientras pienso qué injusta es la vida.

Papeles sin saldar son mi pasatiempo y un trabajo que nunca logré comprender. Todo para no tener que pensar, pero ¿qué pasa cuando nada funciona?

Los conocidos ya no hacen sonar el teléfono más, y las miradas de compasión se quedaron guardadas en los cajones. Salgo a la calle y veo felicidad, madres e hijos sonriendo y dándose todo lo que un ser puede dar.

Lo que antes me alegraba y me hacía sonreír, ahora solamente me provoca tristeza, y volvemos al pozo del que aún no hemos conseguido salir, pero ya al menos veíamos la luz a lo lejos. Malos tiempos después de tormentas de dolor. Visitas a hospitales, noches en vela, más muertes y tristeza, amores no correspondidos y corazones rotos, todo eso es lo que queda en mi maleta. El equipaje más pesado del mundo llevo a cuestas y poco a poco se llena de espinas. La espalda aguantará un poco más, pero se quebrará como todo en este mundo, donde nada es nuestro, ni siquiera lo que nos hemos ganado a pulso.

El anhelo se vuelve derrota y no puedes caminar más allá del barro que te hunde como arenas movedizas. Crees que aprendiste a nadar en medio del océano, pero te das cuenta que hasta la sal te ha traicionado y no recuerdas nada de lo que has aprendido.

Nadie te interesa, no te apetece ningún tipo de compañía, y la soledad siente que sobra a tu lado, porque ya tú mismo le has quitado el puesto.

Los libros no pueden borrar lo que el tiempo no ha curado, y la música ni siquiera distorsiona los llantos fuera de las habitaciones.

Un nuevo día despierta, y tú abres los ojos maldiciendo al sol. Pero hoy todo es diferente porque sabes cómo llenar el vacío. Sales de tu habitación y ves esos ojos. Esos ojos que el dolor ha envejecido y que te dicen al oído: “por favor, sálvame de este abismo”. Esos ojos que hablan solos cada día, y que son tan fuertes y valientes que no pueden llorar más. Porque los meses han secado las lágrimas para siempre, y la próxima vez que intenten rayarse será para siempre.

Invocas fuerzas sobrenaturales para que te ayuden, para que te mantengan con vida, porque ya no puedes caminar. Millones se consejos se quedan en una tumba porque un puñado de cenizas ya no sirven de nada. Incapaz de visitar tierra sagrada en casi tres años, decido que esta vez seré capaz, llego hasta ese punto central y vuelvo a dar la vuelta con el coche. No puedo ser capaz de algo que no puedo controlar. Y sé que tengo la fuerza, pero no tengo el poder.

Al fin sientes que algo te reconforta, y ahora entiendes el por qué de esa atracción por el agua. Entiendes por qué los ríos te hacen sonreír y por qué adoras quedarte quieto y correr bajo la lluvia. Haces excursiones nocturnas al mar para ver las estrellas mientras las lágrimas caen por mis ojos.

Después de todo me doy cuenta que he sobrevivido a muchas cosas, pero que después de todo no ha servido de nada, porque nunca he podido decir ese adiós que tanto duele, pero que no puedo guardar aquí por mucho más tiempo. Y es el tempo la clave de mi vida.

Busco en otro sitio alguna cosa que aún no haya encontrado, pero que quizás esté hecha para mí. En un vago intento de marcharme aparezco en otro lugar, donde nadie sabe lo que digo, ni le interesa lo que soy. Aparezco en un lugar donde sólo un extraño decide darme un abrazo y me confunde cada vez más. Me doy cuenta que no cambia nada, porque mi cama sigue mojada al despertar. Pero sí que descubro dónde no está mi lugar, y cuál es mi misión aquí. Me resigno a pensar que al final el cielo me ganó la batalla, que un ser humano no puede combatir contra las nubes aunque estén llenas de agua pura.

Salgo a la calle una vez más y veo que todo sigue tal cual lo dejé, me doy cuenta que ya no quiero estar aquí otra vez, aunque tampoco sé dónde quiero ir. No es fácil saber dónde encontraré lo que llevo toda una vida buscando.

Extraños caminando, con diferentes caras y nombres. Vagan con cosas en su mente y con sus historias en sus mundos. Te preguntas en qué pensarán y qué les hace caminar en esa dirección, porque tú mismo has perdido el rumbo. Te preguntas por qué han decidido seguir caminando si mañana estarán muertos, y te preguntas si realmente ellos han conseguido la respuesta a seguir con vida, porque ni tú has podido encontrarla después de que fuera arrebatada. Decides resoplar cada vez que te enfadas y sonreír para no dar explicaciones. Te das cuenta que todas esas cosas que dices que sabes, hacen que tu vida no cambie en absoluto y que no podrás impresionar a nadie porque aquí nadie se preocupa por las verdades del universo, sino por estar guapo y reírse sin sentido.

Y decides buscar la forma de desatar un Apocalipsis que te traiga de vuelta lo que el tiempo te robó. Pides que el efecto placebo te engañe una vez más para descubrir que te encuentras mejor que ayer y que después de todo, aún puedes reír. Y mientras, te haces mayor, y te repreguntas si habrá alguien destinado para ti, y para suplantar esa parte de tu alma que está hecha pedazos. Deseas que los dioses en los que la gente cree, traigan de nuevo el amor a esa habitación donde esos pies cansados han caminado por tantos sitios, y donde una vez hubo alguien que ya nunca volverá, y que la confusión te cuenta que nunca estuvo ahí. Te preguntas de dónde vienes y quién te trajo, qué haces y por qué. Tocas el piano para que la cólera que sientes no te haga cometer más locuras y te vas a un barranco a chillar para no tener que desahogarte en una semana. Le dices a Murphy que has vivido todas sus leyes y que es más cierto que la misma muerte. Al final del día, te avergüenzas de no haber sido capaz de escribir en un texto dos líneas seguidas con un YO como sujeto, y que por mucho que pulses las teclas no van a ser más escuchadas.

Dolores O’Riordan me sigue taladrando los oídos y recordándome lo vacío que me encuentro y luego veo que Belén ha escrito una canción con todo lo que yo he sentido durante este tiempo y no he sido capaz de expresar. No vuelvo a dar las gracias porque estoy cansado de que pasen por encima de mí, y al final te das cuenta de que eres un testarudo que le lleva la contraria al mundo, aunque al final de todo, sólo digas lo que piensas.

El fantasma del dolor sigue sentado a los pies de la cama y me repite cada noche la suerte que tengo de no ser invisible, y me cuenta que debo aprovechar cada día que me encuentre de pie, porque quizás mañana no me pueda levantar.

Yo ya no necesito más, solamente esperar y confiar en que al final vendrás. Porque se me irá la vida y mil más en esperar a que vuelvas, aunque sé que no se cumplirá el último deseo de mi ser. Pero como nada es imposible, seguiré de rodillas en la hierba, y mirando al cielo, abriré los ojos por si caes de un arco iris y me das un beso de buenas noches, mientras te digo adiós y me duermo para siempre.

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EL COMIENZO NUNCA RESIDE SOBRE NINGÚN PRINCIPIO...

Parecía que nunca nacería, pero aquí está...con una estética forzada y protocolaria. Con un toque propio de esos que te recuerdan a quién pertenece y con muchas expectativas de futuro (para liberar tensiones más que nada). Sin más, pongamos puntos y suspensivos a esto que nace hoy y que nadie sabe hasta dónde llegará....bienvenidos a mi verdad




"LA LOCURA QUIZÁ NO SEA OTRA COSA QUE LA SABIDURÍA MISMA QUE, CANSADA DE SOPORTAR LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO, HA TOMADO LA INTELIGENTE RESOLUCIÓN DE VOLVERSE LOCA"

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE