
Afortunado yo, que lo llevo en mi legado familiar y era obvio que me tocaría por cojones. Así tengo un motivo más para odiar, y todo gracias a ti, querida migraña.
Después del último de los ataques comprendí porqué Virginia Wolf, la excelente escritora, decidió llenarse el bolsillo de piedras y adentrarse en el río hasta morir ahogada al hundirse. Padecía ataques de migraña severos y no había tratamiento capaz de aliviarlos. Se volvía loca y decidió ponerle punto y final a su vida. La migraña, su marido, su vida y su genialidad...pudieron con ella. Maldita migraña...
No hay comentarios:
Publicar un comentario