
Poco se puede hacer para cambiar la opinión de ciertos retrógrados que siguen viviendo en el siglo XIX dentro de sus mentes. Ni ellos, ni el peso de la ley podrá destruir quiénes somos y por qué estamos aquí, porque por mucho cuerpo prisionero que haya...el alma siempre será libre. No libre de liberada o de libertad, libre de no hay barreras ni límites. Nunca nadie podrá luchar contra un alma libre, porque desde las mentes y los cuerpos sale volando a cualquier otro lugar.
Siempre se puede empezar de nuevo. No es necesario combatir siempre y cuando se pueda seguir avanzando. Cada día, cada mes, no solamente una vez al año, sino durante todo el año. La homosexualidad está en la familia, en la vida, en todos los colectivos, en cada profesión, en las aulas, en las empresas, en las oficinas, en las azoteas, en las plazas, en las colas de los bancos, en las panaderías.
La homosexualidad es tan imparable como la propia madre naturaleza. No importa si hoy en Bangladesh se penaliza con pena de muerte, mañana explotará por derecho como ha hecho en el resto del planeta. Shakespeare convivía con gays, Virginia Woolf convivía con lesbianas y ni Franco ni Hitler pudieron hacer nada para evitarlo. No se trata de una religión ni de una elección, es más que un instinto humano, es el todo de una persona.
No se tiene por qué comentar, ni explicar, ni justificar. Lo que se es, es porque existe y ha estado aquí siempre. Nunca se ha ido. No hace falta sacarlo a pasear porque va en el interior de cada uno. Si el alma es libre, solamente nosotros podemos hacer que nuestro cuerpo y nuestra voz también sean libres para siempre. Los 365 días del año, y el 29 de febrero del bisiesto...no es lo que hay, es lo que es.
No hay comentarios:
Publicar un comentario