PUZZLED

Me comparo con un rompecabezas que no tiene final, infinito e interminable. Voy buscando piezas poco a poco para lograr darle sentido a mi vida. Algunas veces no encuentro la pieza adecuada y las voy dejando esparcidas en mi alma, por si en un futuro me son útiles. Otras muchas me gustaría que sirvieran pero por más vueltas que doy no encajan en absoluto. Mientras tanto voy caminando. Me imagino cuál será el resultado. Un paisaje entumecedor, una figura abstracta o un par de rayones de colores.
Encuentro piezas en los sitios más inaccesibles. En Austria, en una playa de arena negra, en una cancha de tenis, en un buen libro. A veces tengo tantas que ni siquiera sé si algún día encajarán, pero no pierdo la esperanza y sigo acumulando. Siempre he creído que cuantas más piezas tenga, más diversidad encontraré en mi persona. Las hay de todos los tamaños y colores. Estampadas, de lunares. Mis favoritas siempre han sido las de rayas y las azules, como el cielo.
Sin embargo hay un hueco que nunca he conseguido llenar. Una pieza que se fue hace mucho tiempo y no he vuelto a encontrar. Aún me sigo preguntando por qué esa pieza me da tantos problemas. Volé hasta Canadá para buscarla. Acabé en Zimbabue y ni siquiera en el océano Índico pudieron indicarme su paradero. No pierdo la fe, porque posiblemente esté en algún rincón de Oceanía o en la isla de Japón. Planearé nuevos viajes para encontrarla. Mientras tanto me dedicaré a ordenar todas las que tengo en mi camino hoy para ver si de una vez le doy forma a esta vida en forma de puzle.