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Me pilla el día con las defensas bajas. Dejo que cualquier comentario me derrumbe, y me dejo vencer. Sin ningún tipo de maldad por el orador, sin ningún tipo de rencor por el juzgado, me dejo vencer. Hay personas en mi vida por las que siento debilidad, me pueden, las adoro. Lamento que no sea recíproco en algunos casos. Llámalo suerte, destino, venganza.
Seguramente alguien me querrá de una forma tan incondicional que no será correspondida por mi parte y yo aquí, quejándome por egoísta. No suena el teléfono, ningún mensaje por mi cumpleaños, ni siquiera un e-mail que por lo que tengo entendido siguen siendo gratis. ¿Quién no tiene internet a mano hoy en día?
Me dedico a hacer cosas solo que podría hacer con cualquier persona. Alguien que no veo hace tiempo. Y sé que solamente cuesta una llamada o un mensaje, pero el bagaje me dice que la respuesta es un no más grande que la catedral de Santiago. Al final es peor la duda, porque soy tan estúpido que nunca doy nada por perdido hasta que no veo como se rompe o se regala a quien no lo valora.
Sigo por mi camino de baldosas amarillas intentando no desviarme. Aunque voy con cuidado me caigo, y me recoge alguien inesperado al que ahora le debo lo que ha hecho por mí. Pensando en lo que fue y no pudo ser. Las personas suelen hacerlo a menudo. Yo no me considero independientemente dependiente de mi entorno. Vivo en él, me alejo, pero sigo estando dentro.
A veces prefiero subirme en un globo aerostático y ponerme a imaginar lo que nunca haré. Veo pasar todas esas cosas bonitas que me gustaría vivir con varias personas que aprecio pero que al mirar hacia abajo sé que no se harán realidad. Lo deseo con todas mis ganas, pero se desvanecen al descender. Todo esto tan sólo tiene un apelativo: mr masoquismo.
Por lo tanto he decidido que seguiré sentadito delante de mi tocador. Poniéndome mi maquillaje, que me hace ser lo que no soy. Me maquillo el corazón para que se vea bonito, aunque esté azul de tristeza y no sea por las venas que lo adornan. Sacaré de mi boca la mejor de las sonrisas y simularé superar lo insuperable, porque como muchos me han dicho "eres un superviviente, el más fuerte que conozco".
Igual lo soy, pero precisamente hoy soy una cara blanca con ojeras y un puñado de cruces cargadas a la espalda. Me iré a dormir, terminará el día y seguiré siendo insignificante para quien me importa. Visible para el que me valora, aunque con un vacío de lo que necesito. La puerta seguirá con el cartel "DO NOT DISTURB" hasta nuevo aviso. Un saludo, querido blog.