Caótico yo, que tengo la cabeza a 160 por hora día y noche, que me cuesta dormir porque no paro de pensar, que me cuesta no reír de la menor estupidez, que adoro las cosas que me gustan de verdad.
Caótico tú, que tienes millones de colores en la cabeza, que haces planes que luego tienes que romper, que no sabes el significado de la palabra promesa, que eres tan extraño e incomprendido que en este mundo nadie quiere ser como tú.
Caótica ella, que ha decidido vestir santos de por vida, que desprecia la raza humana por ser una plaga de insensibles, que prefiere callar a decir cuatro verdades, que le pesa no contar ovejas por las noches, que es como quieren los demás que sea.
Caóticos nosotros, que no podemos impedir que este mundo se difumine, que seguimos tendencias y hacemos lo que nos dicen los que saben más que nosotros mismos, que preferimos vivir en la ignorancia a enfrentarse a la verdad...
Caóticos vosotros, que tenéis la poca vergüenza de iros sin pagar, de no invitar ni a ser el primero en salir del ascensor, que queréis un país de 150 habitantes y con 400 kilómetros cuadrados para cada uno.
Caóticos ellos, que no son como ninguno de los demás, que siguen al líder hasta el fondo del barranco, que preguntan después de agredir, que viven después de morir, que escupen cada vez que hablan, que mienten, que engañan...
Caótico este planeta, que se rinde después de viejo, que cede porque el equilibrio le ha ganado la batalla en el cielo y en la tierra, que lo más verde que queda son los contenedores de vidrio, que ya deja de ser y estar, para poder haber sido existido en alguna vida.
Caóticos todos, que creen lo que ven, que inventan lo que les gusta, que se adueñan de lo ajeno, que no se van, que viven gratuitamente, que son egoístas, desleales, insinceros y traidores, lástima por todos.
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