SI TE TUVIERA PRESENTE...

A ti, vida, si te tuviera presente te daría el más sincero de los abrazos. Te daría cientos de besos y te agradecería todo lo que me has dado en estos 25 años que llevo a mis espaldas. Te preguntaría por qué he tenido tantas cosas y si alguien es el responsable de seguir vivo. Te debo lo que soy, vida.

Dolor, a ti nunca te rechazaría. Soy consciente de que eres necesario para el ser humano y gracias a ti me he sentido vivo en más de una ocasión. Siempre vienes con algún recado o de parte de alguien y nadie te quiere a su lado, pero yo no te rechazo nunca, porque hes estado presente en cada etapa de mi vida y eso es lo que me ha dejado donde estoy. Somos amigos, dolor.

Con la nostalgia sería breve, ya que siempre la tengo en el olvido. Le pediría perdón por no utilizarla tanto como debería, pero me hace daño y me echo a llorar por ella, por sus recuerdos, por lo que fue y lo que hizo. Lo siento mucho nostalgia, pero a ti te ignoraría al cruzarnos en la calle.

A la rabia le daría un poco de su propia medicina. Sacaría una vez más lo peor que llevo dentro y se lo daría en forma de puñetazo, de patada, de empujón. Me vengaría por las veces que se ha apoderado de mi ser y me ha hecho convertirme en algo que detesto. Odio no poder controlarte en todo momento, rabia.

Miedo, de ti me reiría a carcajadas al verte pasar. Nunca me has hecho daño, nunca has podido conmigo y nunca lo harás. Gracias a la vida y al dolor he podido ganarte todos los partidos y no tengo nada que decirte. Tan sólo sonreír como siempre hago porque soy una persona valiente y luchadora y jamás has llegado a intimidarme.

A la muerte sí que le hablaría. Le pediría tantas explicaciones que no terminaríamos de charlar ni en un lustro. Todas mis preguntas empezarían con un "por qué" y no pararía de pedirle que me devuelva lo que es mío y se llevó antes de tiempo. No te tengo miedo, ni siquiera respeto, tan solo siento indiferencia. Aunque sé que no me harás caso no me cansaría de reprocharte los errores que has cometido. Y no, no te odio...sé que es tu trabajo, pero me has hecho mucho daño.

Vergüenza...que no me dejaste ser yo cuando era niño, y que ahora te tengo controlada después de más de diez años librando una batalla. Lo más sencillo en el mundo a mí me costó un infierno. Sin embargo la culpa no fue solo tuya por aprovecharte de mí, también fue mía por dejarte entrar en mi casa. Pero ya se acabó...no puedes engañarme más.