PROSE

Camino y veo un árbol con esperanzas que cuelgan. Sus ramas están tan altas que no hay ser humano que las pueda alcanzar ni con una escalera de metros. Ahí quedan suspendidas, tan brillantes e imponentes. Susurrándole cosas al viento mientras son admiradas por los ingenuos que no reconocen su valor.Miro hacia arriba y veo un cielo lleno de estrellas de oro, cada una de ellas rodeada por un sueño sin cumplir que no ha podido materializarse. El tiempo pasa y salen de día, de noche, cuando llueve, cuando nieva...los sueños son eternos y nunca mueren, permanecen estupefactos esperando brillar cada día con más ilusión.

Frente a mí veo un camino de piedras con las que los seres humanos se tropiezan constantemente. Caen, se levantan, quedan absortos en el camino sin poder moverse hasta que se rinden. Hilitos rojizos y marrones de la sangre derramada que ya no se podrá limpiar jamás. A los lados veo charcos reflectantes tan profundos que ahogarían a un gigante. En ellos chapotean ondinas que no hacen más que cantar para atraer a piratas que duerman en sus pechos. Engañosas apariencias que desaparecen como un espejismo en el desierto.

Lo difícil se consigue, lo imposible se intenta. Se fracasa, se triunfa, termina, empieza...todo depende del lado desde el que se mire, del ojo desde el que se mire, del estado en el que se mire. Para mí, una realidad, para ti una ilusión, para mí una guerra perdida, para ti batalla ganada, sueños en bolsillos, sentimientos en mangas de chaquetas. Un mundo tan variopinto que ya no podrá unificarse jamás. No en una voz, ni en una sola opinión. Todo por nada...nada para nada...o por todo. Una unidad...compartida para un mundo que acaba por terminarse...