Dejé que te fueras en aquella tormenta de diciembre. No recuerdo que nadie preguntase si te necesitaba aquí. Ahora, en cambio...años después, más de un lustro...¿convertido en hombre? no lo sé...¿más sabio que nunca? ciertamente...me doy cuenta que te necesitaba. Pasó, subí, caí, me hundí, pero quería hacerlo contigo. Qué extraño cómo la tristeza se apodera de mí, me enjuaga los ojos sin hacerme daño...con música y caricias....porque nuestra relación ha sido tan larga, tan profunda que las palabras no pueden explicarlo.
Imagino que estarás en algún lugar lejano al que no alcanzo ahora, pero desde que mi vida diga basta iré a buscarte allí donde estés...para decirte en qué malgasté los días que te faltaron, que faltaste, que falté a tantas palabras que al final no pude cumplir. Y lo intenté, sabe Dios que lo intenté, pero soy un ser humano que quiere, pero no puede. Ahí arriba, en aquella colina miré hacia abajo queriendo dejarme llevar y caer hasta el infinito. Tan profundo que al llegar a las entrañas de la tierra todavía me arrepintiese de lo que ocurrió.
Con goma y borrados en mis manos esperando poder deshacerme de todos esos souvenirs que te mantienen aquí, en mi cabeza, sobre los muebles de mi mente, en los armarios de mi corazón. Y me maldigo mil veces porque daría cualquier cosa por verte otra vez...lo poco que tengo, mi parte izquierda, la creativa...las palabras que salen de mis dedos que para mí son desasosiego aunque para el mundo sea virtud...vaya virtud se contempla desde una cocina con una mujer revolviendo en la cocina...no tienen ni idea. El mundo entero no tiene ni idea.
Te busqué en el diccionario, en cientos de libros quise buscar tus historias, tu olor, tu rastro...y solamente quedaron aquellos malditos souvenirs polvorientos que el tiempo ha agrietado pero no puede destruir. Para mí siempre de diamante. ¿Miedo? No tuve miedo a la vida, ni a la muerte, tuve miedo a seguir en un futuro sin ti, caminando desolado y soñoliento, con hambre de explicaciones y sed de comprensión.
Crecí de canción en canción, entre agudos, graves, tonos...viví a través de novelas, películas en las que nunca fui el protagonista, sino aquel absurdo eterno segundón que la gente miraba de refilón. Lo que conseguí al final no lo quise, tan solo me sirvió para demostrarme que el material no es más que plástico, papel, madera...todo rompible como un mísero cartón. A los 19 años no se entienden muchas cosas, no se ven los colores del sereno ni se ha visto una luna llena completa...con su luz y sus mares.
¿Podré alguna vez contarle a alguien los nombres de las estrellas del cielo? ¿Qué hay detrás de las cataratas y a qué huele la humedad de la madrugada? ¿Podré volver a sonreír sin estos ojos tristes que reflejan los recuerdos del ayer? ¿A quién le contaré que me caí, que me hice daño, que me hicieron daño, que lloré, que aguanté y sollocé...que nunca entenderé por qué? Te seguiría a cualquier sitio...¿y tú? ¿Por qué no me seguiste?
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