jueves, 23 de febrero de 2012

MI IDIOMA NO ES LA HIPOCRESÍA (19/04/2007)

Y aquí sentado me quedo, intentando comprender este mundo, que no para de sorprenderme. Analizando todas esas cosas que detesto y que solo despiertan en mí repulsión. Preguntándome el por qué, y tratando de descifrar algún tipo de código que no haya llegado a entender. La imperfección en estado puro.

Doy vueltas en la cama mientras me digo a mí mismo: “la vida es un asco”.
Siento que a veces trato de asfixiarla o que ella es la que me deja sin oxígeno cada vez que las cosas no van bien. He oído de todo, me han dicho infinidad de cosas, y ya no se discernir la información. Ya no se si existe el bien y el mal, ni dónde se esconde la neutralidad, o la indiferencia.
No quiero esperar por nadie, pero al final del día, miro atrás y parece ser que es lo único que he hecho. No quiero que me desgarren el alma, pero se vuelve inevitable cuando hablo de sentimientos. No quiero que me digan palabras y más palabras, porque todas se las lleva el viento. Las palabras las borra el tiempo, y se van con los susurros, cuando los labios ya se han cerrado. No quiero historias de abrazos ocasionales, ni de conversaciones cibernéticas, ni de e-mails de cuatro líneas, ni de correos electrónicos sin títulos, o con títulos del que yo mismo fui el autor. No quiero que me hablen de moralidad, ni que me den medallas de plata. No quiero ser lo que quede de un recuerdo, ni vivir encasillado en la sombra de otra persona.
Quiero ser libre, quiero ser aire y agua a la vez. Quiero realidad, transparencia y claridad. Quiero las cosas tal cual son, sin edulcorantes añadidos, sin exceso de nada, y sin falta de todo. Quiero que me dejen respirar y que no me señalen por la calle. No me quiero sentir de segunda mano, ni de tercera, ni de cuarta. No quiero estar al final de esa agenda, donde ya no queda nada mejor que hacer, o donde todas las posibilidades ya han sido canceladas con anterioridad. No quiero ser una foto en una cartera, ni una vergüenza para quien la lleva.
Al final me quedo boca arriba, y me miro los pies. Los muevo y sé que estoy vivo, pero ignoro si el mundo exterior lo sabe. Me gustaría gritar que estoy aquí, escondido en alguna parte, y que no me busque el que no me quiera encontrar. Me apetece huir lejos de aquí, para ver de qué manera van a encontrarme cuando me busquen. Para que se den cuenta de que sí que estuve aquí, pero finalmente me cansé. Me aburrí, me cansé y me fui. Deseando que piensen que me fui a un lugar mejor, a buscar a esa persona por la que vivir en este mundo, y a dar todo lo que me queda aquí. A regalar todo lo que he escondido dentro de mí, en mis entrañas, para que nadie lo robase. Y soltarlo al explotar, para que me entiendan, para que me comprendan y digan: “qué necio fui, nunca lo vi”. Para que después, cada uno mire su estúpido reloj de pulsera y se de cuenta de que es tan tarde, que ni el mismísimo Cronos podría hacer nada para detener los segundos. Y sé que no sentiré la satisfacción que ese “te lo dije” puede llegar a brindar. Esa sonrisa de placer y goce que me podría traer el decir cuatro cosas y tirar la puerta al salir, mientras tiembla el piso y se cae el tejado.
Me apetece subirme a un banco y deshojar todos esos libros que me han obligado a leer. Tirar las páginas al viento y decir que no me creo nada de lo que dicen, y que nunca disfruté al leerlos. Apuntar con la portada a todos los culpables de mi sabiduría, y lanzar las tapas hasta que rueden cabezas de una vez por todas. Me gustaría hablar en voz baja para que crean que cuchicheo, y hablar en voz alta para que digan que estoy loco. Me apetece callarme la boca para que digan que soy un marginado, y hablar por los codos para que me llamen pesado. Que digan todo lo que quieran y reírme con ellos de sus absurdas opiniones sin sentido. Y sentir un placer sin medida al soltar dos frases y derrumbar los cimientos de sus comentarios. Derribar sus teorías con sus propias armas, y manejar las palabras a mi antojo como solo yo sé hacer, para que se den cuenta de una puta vez de que este mundo está gobernado por hipócritas.
Tranquilidad, calma, y sosiego, porque esto no es ira, no es rabia contenida, ni miedos de la infancia…esto es simple y llanamente lo que hay.
Ni tanto ni tan poco. Solamente es un texto con un mensaje claro: “pensar”. Algo que no todos hacemos, pero que también es un deporte, y a veces trae cambios positivos. Pensar es la única cosa gratuita que tenemos, y por la que no hay que pedir permiso a nadie. Pensar puede ser divertido, y nos puede ayudar a sobrevivir en este mundo de economía forzada y sueños de alquiler.
Lo más divertido es que me llamen lúgubre, amargado y mariquita. Que me pregunten por qué me gustan los hombres, o que digan que soy un romántico empedernido y cursi. Que me digan que estoy desfasado y que el mundo no está preparado para mi forma de vivir la vida. Que me llamen borde, antipático y seco un millón de veces, únicamente por lo que uno pueda aparentar. Y yo ahora me asomo a la ventana y me río.
Me río de las caras de subnormales que veo desde aquí, de todas las caretas de colores y formas distintas que llenan las calles, y me río de que el mundo esté perdido.
Me encanta enfadarme una vez al año y sacar esa rabia que tengo dentro y darme cuenta de que soy capaz de enseñar los dientes si me lo propongo. Darme cuenta de que esa niña interior que una vez creí que tenía, solamente fue un espejismo de lo que quisieron reflejar en mí. Y me alegro al pensar que la religión es solamente un dogma que fue creado para que los débiles o los aburridos tuvieran algo en lo que creer.
Y lo digo muy alto y claro: “me considero una persona justa, tolerante y respetuosa”.
Aunque lo mejor de todo es que estoy orgulloso de serlo, y de decir lo que quiero decir cada vez que quiero decirlo. Me gusta ser consecuente y cargar con los pesos que conlleva el ser libre y liberal. El dolor que arrastra el ser valiente y decidido, y el no tener miedo a decir que no soy una buena persona. Ser noble es demasiado aburrido para mí, y los malos tienen su atractivo, aunque nadie los quiera en su vida.
Sin castings ni pases de micro he llegado aquí, a un concurso en el que no quiero participar más, en un mundo que gira y del cual me quiero bajar. En una galaxia de cuerdos en el que un pirado como yo no tiene lugar.
No, aún no me puedo ir, tengo que hacer la maleta y meter todas mis cosas. Esas cosas que me importaron alguna vez y que voy a necesitar en mi futuro dondequiera que sea.
Necesito mi playa, esa playa a la que acudo cada noche para no parar de reír o para romper a llorar. Necesito la lluvia, que me purifica cada vez que he hecho algo mal, y necesito la luna, para poder ir todos los días a cenar y a descansar. Me llevo a Vega, que aquí nadie la quiere escuchar, y me llevo a Dalí, que nunca nadie lo intentó comprender. Me llevo todo lo que nunca pude tener, pero que me han hecho crecer como soy. Me llevo mi esencia para que nadie vuelva a recordarme jamás. Y borraré mis pasos al caminar, para que nadie me siga detrás. No arrastraré los pies porque no quiero que me escuchen marchar, ni tampoco me despediré, porque no tengo más tiempo que perder.
Ahí dejo la noción del tiempo, las burlas y el mal de ojo. Dejo las promesas rotas, y lo que dijeron por detrás. Dejo la perseverancia que quizás alguna vez tuve, y la paciencia que me hizo llorar. Dejo el dolor que rompió mi corazón en mil pedazos, y las falsas esperanzas que lo reconstruían una vez más. Dejo la indiferencia y la presión, la injusticia y la traición, la mentira y el mal humor.
Me voy sin billete de vuelta, sin intención de mirar atrás y sin ningún tipo de remordimiento. Ya hubo tiempo para la comprensión, para conocerme y para comprender la razón. Nunca pedí apoyo ni comprensión, solamente respeto. Y a por él me voy. Me llevo mi ironía y mi sarcasmo, mis ganas de hablar y de que me escuchen y mi ilusión por poder explicar cuál es mi pasión. En mi bolsillo me guardo mi voz, mis batallas ganadas y el orgullo que me sobró. Cantaré por el camino hasta que llegue al sol, y allí me sentaré a descansar. Planearé una nueva dirección, crearé un nuevo punto cardinal que no tenga orientación, y allí me iré con mi alma, la única que me entendió, que me quiso como soy, y que me picó el ojo para irnos de la mano.
Sin reproches, sin remordimientos y sin recuerdos, con todo eso me voy. Sin nada de nada, pero con mucho de lo que necesito. Sin esperar más, sin aguantar más y sin escuchar más.


¿Y los demás? ¡Los demás que aguanten!

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EL COMIENZO NUNCA RESIDE SOBRE NINGÚN PRINCIPIO...

Parecía que nunca nacería, pero aquí está...con una estética forzada y protocolaria. Con un toque propio de esos que te recuerdan a quién pertenece y con muchas expectativas de futuro (para liberar tensiones más que nada). Sin más, pongamos puntos y suspensivos a esto que nace hoy y que nadie sabe hasta dónde llegará....bienvenidos a mi verdad




"LA LOCURA QUIZÁ NO SEA OTRA COSA QUE LA SABIDURÍA MISMA QUE, CANSADA DE SOPORTAR LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO, HA TOMADO LA INTELIGENTE RESOLUCIÓN DE VOLVERSE LOCA"

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE