jueves, 23 de febrero de 2012

HECHOS REALES: "EL SER MÁS HIPÓCRITA DEL PLANETA (PARTE I)"

Anastasio y Rubén se conocieron hace más de 5 años. Anas trabajaba en el despacho de una empresa hacía unos meses y Rubén empezó a trabajar para la misma empresa, justo en el despacho contiguo. Todos en la empresa sabían que Rubén era homosexual, pero no le daban más importancia al asunto.

Anas era unos 10 años mayor que Rubén, pero de alguna forma se sentía atraído por el joven. El problema residía en que nadie sabía de su bisexualidad.
Anas era portugués y venía huyendo de su familia, que no aceptaba su nueva condición sexual. La sociedad era muy dura y además, acababa de terminar con una relación catastrófica de 4 años que no pudo ser.
Tras varias semanas trabajando juntos, Anas se decidió a enviar un mensaje privado al ordenador de Rubén saludándolo. Rubén no comprendía la finalidad de esos mensajes si estaban a menos de cinco metros de distancia, pero poco a poco se fue dando cuenta del interés oculto que sentía Anas. En uno de esos mensajes, Anas invitaba a Rubén a tomar una cerveza al salir del trabajo. La respuesta tomó por sorpresa a Anas:
- “¿Eres gay?”
Rubén se percató de que su último mensaje no tuvo buena aceptación en su compañero y además lo había puesto nervioso, por lo que dio por sentado su homosexualidad.
Con el paso del tiempo la amistad se afianzó y Anas le contó a Rubén su verdadera historia:
“Vine a España huyendo de la represión en mi país. Mi familia no aceptaba mi relación con un hombre 14 años menor. Llevábamos ya 4 años juntos y tuvimos que romper porque ninguna de nuestras familias veía bien nuestro amor. No era mi primera relación con hombres, ya que yo había estado otros 3 años con otro chico. Mi relación con los hombres siempre ha sido bastante normal. Yo no lo ocultaba, pero tampoco lo obviaba. Recuerdo muchos viajes que hice con mi novio, y cientos de cosas que hacíamos juntos como cualquier pareja normal. Finalmente la salud de mi padre empeoraba y entre eso y lo homófobo que era decidí marcharme a otro lugar. Es por eso que acabé trabajando aquí”.
Rubén escuchaba con atención la historia, y prometió no contar nada a nadie. Anas le dijo que otras 3 personas conocían su historia en la empresa, pero que eran totalmente discretos y confiaba en ellos. Su secreto estaría a salvo.
Esta confesión unió aún más a ambos compañeros de trabajo y forjó una amistad bastante bonita y profunda. Tanto fue así que Rubén tuvo que irse a otra provincia a trabajar allí durante un mes y Anas fue 5 días y visitarlo para pasarlos junto a él. Esos 5 días marcaron un antes y un después en su amistad. Los unió mucho más. Anas le llevo un regalo a Rubén por aceptarlo en su hotel momentáneo. Era una camisa, que a su vez iba a acompañada de una cena en un restaurante portugués en el que Anas hizo de intérprete para que Rubén se sintiera como en casa. Esos días juntos los pasaron en la playa, cantando canciones en portugués y español, traduciéndolas, comiendo en diferentes lugares de toda la isla, etc.
Anas tenía mucha confianza en Rubén y no mostraba reparo al pasearse desnudo por la habitación del hotel después de ducharse. Justo ese día se ofreció a darle un masaje a Rubén en el hombro derecho y la parte superior de la espalda, ya que sentía molestias desde el día anterior. Rubén se sentó en la cama erguido y Anas comenzó a masajearle la zona. De repente Rubén sintió cómo la mano de su amigo se desviaba hacia su pecho y continuaba bajando por su estómago. En ese momento Rubén se levantó de la cama diciendo que no podía ocurrir. Rubén le dijo a Anas que no debería estropear así su amistad, que no era su tipo y que nunca podría tener ningún tipo de relación sentimental o sexual con alguien con el que trabajase. Anas dijo que nadie tenía que enterarse, que eran dos hombres y que deberían disfrutar de sus cuerpos. Tras un rato charlando, llegaron a la conclusión de que no debían cruzar la línea de la mistad y mantener esa relación que los unía. Ciertamente así fue como continuaron a partir de entonces.
Con el paso de los meses, Rubén se dio cuenta de que Anas tenía muy mal carácter cuando estaba enfadado y no dudaba al insultar o faltar el respeto a cualquier compañero. Siempre intentaba herir de la forma más profunda, buscando las palabras más adecuadas para hacer daño. Fue una ocasión en la que Anas se había molestado que comenzó a insultar a Rubén, tachándolo de muchas cosas que ciertamente hirieron al joven. Tras varios días sin dirigirse la palabra, Anas volvió a hablar con él como si nada hubiera pasado. Rubén, perplejo, no sabía que decir, así que al terminar la jornada laboral lo invitó a comer. Allí Rubén se sinceró y le dijo que su concepto de amistad distaba mucho de aquel hecho puntual que había ocurrido. Le contó que no entendía cómo dos amigos se insultaban y se dejaban de hablar varios días para luego volver a ser tan amigos como siempre. La respuesta de Anas fue muy clara: “llevo 34 años así y nadie me va a cambiar”. Rubén, absorto en el comentario le dijo que estaba decepcionado, y que si volvía a ocurrir algo así, entonces sería él mismo quien dejaría de hablarle y esta vez para siempre.
Pasaron las semanas y todo seguía como siempre. Los dos hombres seguían con confidencias, contándose hechos importantes de sus vidas, relaciones y muchos momentos que no olvidarían. En esta ocasión fue Anas quien tendría que marcharse nuevamente a aquella provincia para trabajar. Rubén no dudó un instante y compró el pasaje de avión para ir a visitarlo. Días antes de reunirse en aquella isla, hablaron por teléfono durante una hora. Fue en esa conversación en la que Anas se mostró muy desagradable, insultando nuevamente a Rubén sin ningún tipo de pudor. Rubén colgó el teléfono dolido y se juró que todo había terminado, ya no podía soportar volver a la misma situación que le vez anterior. Podía soportar que Anas se llevase mal con la mitad de los compañeros, que los insultase a todos, que los criticase a sus espaldas, pero cuando ya le afectada personalmente tenía que tomar cartas en el asunto y así fue.
Anas lo llamó varios días, y a su regreso fue hacia él para preguntarle si estaba enfadado. Rubén, muy sereno y tranquilo le respondió: “Ya te dije muy claro la última vez que no iba a tolerar estos enfados hirientes cada vez que las cosas no te vayan bien, y mucho menos estar días sin dirigirnos la palabra. Lo mejor es que respetes mi decisión de no volver a hablarnos más, a no ser que sea de algún tema laboral”.
Anas no tuvo más opción que ceñirse a las nuevas normas.

(Continuará...)

No hay comentarios:

EL COMIENZO NUNCA RESIDE SOBRE NINGÚN PRINCIPIO...

Parecía que nunca nacería, pero aquí está...con una estética forzada y protocolaria. Con un toque propio de esos que te recuerdan a quién pertenece y con muchas expectativas de futuro (para liberar tensiones más que nada). Sin más, pongamos puntos y suspensivos a esto que nace hoy y que nadie sabe hasta dónde llegará....bienvenidos a mi verdad




"LA LOCURA QUIZÁ NO SEA OTRA COSA QUE LA SABIDURÍA MISMA QUE, CANSADA DE SOPORTAR LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO, HA TOMADO LA INTELIGENTE RESOLUCIÓN DE VOLVERSE LOCA"

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE