Desde siempre me he sentido atraído por los idiomas extranjeros, por entender a otras personas, por poder expresarme en otras lenguas. Creo que con el tiempo se afianzó mi amor por lo "ajeno". Para mí el inglés no es solamente un idioma o una forma de vida distinta de la que ya formo parte. Es un yo paralelo, una pasión, un descubrimiento día a día.
Con los años he aprendido lo que jamás pensé que aprendería. Gracias a todas esas canciones que desde muy pequeño empecé a traducir, gracias a esos profesores de inglés del colegio e instituto que igual no consiguieron fomentar en mí ese gusanillo por el idioma, pero que yo seguí con ganas al pie del cañón. Gracias a ese verano en Blackpool, gracias a mi erasmus en Graz, gracias a mi carrera y sobre todo, gracias a Oliver por pulirme hasta tal punto.
A día de hoy sigo siendo un gran afortunado al poder mantenerlo vivo y fresco en mi vida. En forma de libros, en forma de películas, de música, de series. En forma laboral en mi trabajo y en forma oral con Toñi (aunque sea poco a poco). En forma de aprendizaje en cada uno de mis viajes, y en forma de ordenador con mis charlas con Oliver. Es una relación muy cordial que llevo con el inglés y que vive en mí desde que mi mente puede recordar.
Igual se trata de casualidad, pero la última vez que fui a una vidente, ella me preguntó si hablaba inglés, porque veía que yo en vidas pasadas había sido nativo y que por eso en esta vida tenía tanta facilidad para los idiomas. Ahí quedó el tema, pero si algo me ha acompañado y me ha hecho feliz durante más de quince años...es el inglés.
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