Me pudieron los pies, tropezaron y cayeron. Es cierto que nadie dijo que era fácil, pero tampoco escuché jamás decir que era tan complicado. En ocasiones la vida se enreda más de lo debido para que no salgamos felices de ella. Rosas rodeadas de espinas, caballos blancos manchados de sangre, un vestido de novia tres tallas más pequeño. Detalles que finalmente nos hacen quebrar y caer.
Tras tanto dolor viene alguien que nos susurra un "lo siento" que sabe más amargo que cualquier despedida y que por mucho que se diga...no se siente en el corazón.
Me quedo mirando hacia el cielo, indefenso a la intemperie, como si Dios me hubiera dado un puzle al que le falta la pieza final, justo la que se comió antes de venir a verme. ¿Intentar lo imposible? Aquí equivale a una nueva derrota. Un caos que se forma en mi cabeza para discernir la realidad de la ficción, que muchas veces rompe esquemas y salta normas. Hay cosas que no tienen principio ni fin, como la injusticia o la impotencia. ¿Cuándo empezó la mía? ¿Alguna vez terminará?
Sentí que veía el aire desde arriba, pero sin poderlo respirar. Como hundido en medio del océano sabiendo que no puedo escapar de allí...sin brazos con los que nadar, sin piernas con las que huir. Así fue como comenzó, y aunque no lo recuerdo, se parece al día en que nací. Un lunes eterno y gris. Frío, oscuro, congelado...como a veces mis pensamientos. ¿Sería ese el principio del fin?
No hay comentarios:
Publicar un comentario