Poco a poco vamos utilizando las armas que hemos ido aprendiendo en el camino. Un buen servicio nos ayudará en nuestro saque. Voleas, paralelos, todo es posible. Cada jugador se conoce a sí mismo, pero no sabemos cuánto alcance puede tener la vida, ni lo largo que será el partido. A veces jugamos de forma individual y en muchas otras ocasiones en dobles, aunque es más complicado porque tenemos que arrastrar con alguien o ser arrastrados por tu compañero.
Si no restamos bien la vida nos dará golpes uno a uno y hay que saber llegar a todas las bolas para que la vida no nos coja por sorpresa.
A la vida no le importa que estemos cansados, doloridos o lesionados. Ella simplemente golpea con todas sus fuerzas y precisión. El truco está en nunca cederle una bola en bandeja cerca de la red, sino estaremos perdidos. Tampoco hay que pasarse con la fuerza porque podríamos perder el partido en cuestión de minutos.
La vida no sabe de lugares ni canchas. Ella sale de tour por todo el mundo y te puede encontrar en cualquier pista. Da igual si viajamos a Doha, Jordania o Bosnia, ahí nos esperará con su Wilson para rompernos el saque. El juez de línea no pondrá las cosas más fáciles y el público estará gritando espectante. Se necesita concentración, fuerza mental y forma física.
Por lo pronto yo he decidido hacerle frente para seguir en el torneo. He ido mejorando el saque con el tiempo y corro detrás de cada bola como si fuera la última. Hasta hoy creo que me he enfrentado a la vida en varias ocasiones y he tenido muchos partidos difíciles. Demasiadas bolas de break salvadas e incluso algún que otro punto de partido en contra, pero no siempre he podido estar a la altura. Las derrotas frente a la vida saben a polvo de arcilla, saben a suelo, a hierba sucia, saben a lágrimas saladas.
Las victorias en cambio saben a superación, a tranquilidad, a felicidad. Saben a lluvia, a pureza. Es como estar en lo más alto del mundo alzando la raqueta.
He ganado muchas veces, pero también he sido vencido, aunque tengo la suerte de poder seguir en la pista. Hoy la vida me reta y estoy más preparado que nunca. Soy más fuerte que antes, más sabio que antes y tengo mucha más experiencia, así que esta vez no le daré ni un suspiro de tregua. ¿Quién empieza el servicio?
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