
Y se despide como una campeona. Maria Sharapova no tiene nada que demostrar. Difícil o imposible lo que ha llegado a conseguir. No solamente ser número uno del mundo (siendo tan joven), sino los Gran Slam que ha dejado atrás, teniendo su primera victoria a los 17 años.
Después de nueve meses de lesión, operación y rehabilitación, se ha encontrado fuera del ránking de las 100 mejores tenistas del año y en un Roland Garros en el que confirmaba asistencia a última hora. Nadie esperaba nada de Maria, tan sólo ella misma. Era como un entrenamiento, sin pretensión alguna.
De repente la encontramos ahí, pasando rondas y sufriendo en los partidos. Ganando puntos a última hora con victorias insufribles y con una Sharapova que se antojaba luchadora hasta el final. Toda Francia y todo el público a su favor, apoyándola, pidiendo a gritos esa Maria que se fue injustamente y luchaba por volver. Los más esperanzados querían que ganase el único Gran Slam que le falta, pero Maria sabía que era inaccesible.
Con un 6-0 / 5-0 en contra y mirando hacia el cielo, se dio cuenta que no podía ganar, al menos no era el momento . No era solamente su lesión de hombro, también era el muslo. A pesar de eso, luchó y consiguió remontar varios juegos (alguno en blanco) para despedirse con buen sabor de boca. Unos cuartos de final de ensueño que dejaro la huella de que una Maria Sharapova volvió a la cancha con más fuerzas que nunca. El tiempo es sabio y pone todo en su sitio.
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