BEYOND...

La videncia siempre ha sido un tema de debate. Muchos (por no decir la gran mayoría) no creen que sea cierto. No aceptan que una persona pueda tener un don especial para ver el futuro o el pasado de una persona. Otros creen firmemente que es un timo.
Obviamente no se puede obligar a nadie a creer algo en lo que no tiene ni un mínimo de fe o interés. Yo personalmente me quedo en el lado de los que cree. No estoy diciendo que creo y confío firmemente en cualquier tipo de médium, tarotista o vidente. Pero estoy seguro de que hay personas que tienen un cierto "sexto sentido", un cierto "poder extra sensorial", un cierto "contacto con el más allá", un cierto "no sequé" que les permite ver o sentir cosas que otras personas no pueden.
Es cierto que el esoterismo es un mundo que arrastra mucho timo, y con él arrastra a muchas personas que han sido engañadas, pero como en todas las cosas, hay lado bueno y lado malo. La primera (y quizás la más firme) de las razones por las que creo es porque yo mismo he vivido momentos extraños, escalofriantes y fuera de lo normal (sobre todo cuando era pequeño). Mi madre los vivió conmigo y ella también pensaba que había algo más allá de la mente, el destino o el poder.
Ya sea con cartas, conchas, bolas de cristal, pirámides, sueños o bien a través de guías espirituales, parientes fallecidos o espíritus que pululan por las casas, pero tiene que haber algo después de la nada.
Yo he ido a varios videntes (cierto es que ha sido por algún amigo que creía en ello más firmemente que yo, pero fui por iniciativa propia desde que me lo comentaron). La primera vez fue en Gran Canaria, cuando me trasladé a trabajar allí una temporada. Recuerdo que era una señora no muy mayor, igual en sus cuarenta y tantos, que solamente necesitaba mi nombre y mi fecha de nacimiento para contarme qué me depararía el futuro.
Lo primero que me dijo es que tenía los ojos más tristes que nunca había visto, y que eso solamente podía significar que uno de los pilares de mi vida se había ido para siempre (más adelanté adivinó que se trataba de mi madre). Dijo muchas cosas que eran ciertas (algunas de ellas difíciles de "adivinar", con lo que supuse que no se trataba de una farsa) y otras que con el tiempo han resultado ciertas, pero que no las he recordado hasta que no ha pasado por delante de mis narices.
La segunda y última vez que fui a una médium fue hace menos de un año. Esta vez era una chica bastante joven y agradable. Ella hablaba a través de mi guía espiritual (una persona que formó parte de mi vida o no, pero que me guía en otro plano y puede o no tener vínculos de sangre). Suena un poco "sobrenatural", pero no es tan descabellado. Ella también me comentó lo de los ojos y me dijo cosas tan concretas que terminé por creer del todo que hay algo ahí fuera. No se cómo, ni hasta qué punto. No entiendo por qué, ni para qué, pero salí gratamente sorprendido de su consulta.
Esta chica hablaba realmente rápido y de forma muy personalizada. No solamente sobre mí, sino también sobre mi vida, mi familia, mis amigos y mi entorno en general. Está claro que no se puede ir a una vidente y sentarte frente a ella para que te resuelva la vida y te cuente lo que quieras saber y te vayas. Yo creo que hay que estar abierto a ello. No es necesario creer del todo, pero sí que es necesario no cerrarse a lo que se dice y a lo que ello representa.
No necesito videntes para seguir adelante, pero sí que son bastante útiles para temas que han quedado sin cerrar en ciertas etapas de mi vida y para saciar curiosidades. No digo que sean 100% fiables, pero no podemos quitarles su mérito tan fácilmente. Después de todo ¿quién no ha sufrido nunca un "déjà vu" en su vida?