Una ciudad tan abarrotada de gente que al verlos caminar por las calles parecen todos amigos. Tantas ciudades existen en el mundo para tener que acabar en la única que no te deja pasar página. Algunos evolucionando como los Pokemon con el paso de los años y otros que siguen jugando a los Playmobil sin darse cuenta. Peter Pan por vocación que acaba por creerse cualquier estupidez que escucha en países de nunca jamás. Virus que infectan a personas por fuera y por dentro para convertirlas en poco más que la reencarnación del mismo demonio. Recuerdos sexuales que invaden la mente de pobres desgraciados que no pueden avanzar más que investigando vidas ajenas que ya no le pertenecen. Quieren volver a ponerse cual perrito, pero nadie sabe sacarlos a pasear como un buen practicante. Los que rezan aunque saben que las plegarias ya nadie está por la labor de escucharlas. Confesionarios vacíos llenos de testimonios inconfesables, disfrazados para que parezcan menos sucios de lo que son. Uno que cena mirándose al espejo mientras otro le hace un remiendo durante toda la velada. Cuerpos sucios que no pueden purificarse más que con un trago de lejía o de opio para terminar de creer lo que nadie más ve.
Historias, que acaban en principios inventados, en tramas imposibles y finales selectivos en los que cada personaje terminar a su manera. Versiones que difieren y se edulcoran para que no parezcan tan ásperas como la propia realidad. Un libro que se cierra porque las palabras que contienen ya no llenan a nadie y un poco de urea en la bañera de alguien que jugaba a ser un hombre sin tener la cabeza amueblada. Una isla que se quedaba pequeña porque ya había visitado cada parque acompañado de sombras que nadie cuenta. Personajes que no viven en paz, que no dejan en paz y a los cuales les aguarda un triste final. Preguntas que no se hacen por miedo, que no se responden por orgullo y que quedan en el aire por falta de dignidad. Cartas escritas sin enviar, o con destinatario erróneo, o con mensaje a medio borrar o con un beso de sangre que se seca en las páginas. Batallas para no ganar, guerras en las que nunca luchamos y amor que se juró aunque no era de verdad. Pasatiempos temporales que sirvieron para cambio de estación forzado, que no se respetó porque nunca se estuvo a la altura.
Tocan a la puerta pidiendo rifle del pasado para un suicidio pactado que ya el cazador se niega a asesinar. Un bosque de hoja caduca que en invierno deja en esqueleto la verdad de la humanidad. Kilómetros de carreras sin rumbo para un objetivo que llegará cuando tenga que llegar. Traidores que filtran información, imágenes que certifican defunción, poesía que no salió de ningún guión. Muerte al pasado, futuro que no existe, presente que se va volando. El tiempo va más allá que lo contado, un buen texto con ideas principales subrayado para que los tontos no se pierdan entre sabiduría a punta de pala. Tanta promesa en tinta imborrable que se la lleva la primera ola de una mañana indomable. Sonetos a la aurora del alba, al torbellino de mi alma, a la cartera de alguna guarra. El sexo, diferente a como todos los conocemos acaba por azotarnos en el pescuezo para suplir errores que no tienen dueño. El placer de la venganza, el alivio de contar mentiras que están bien claras, la voz de un hombre que ya no habla. El mundo, durmiendo en su silencio se convierte en el peor de los enemigos. Una cama vacía de esperanza, fría aunque llena de hormonas, mojada por la falta de compostura. Así, como tu triste principio, el que creíste de cuento de hadas, será tu final. Certero, impuro, olvidado...
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