El tener que despedirse a la fuerza sin el otro sujeto presente, o en tus manos sin vida, o el mero pensamiento de barajar la posibilidad... El ser humano en su empeño de sufrir de forma gratuita para convertirse en un nuevo Jesús del siglo XXI sacrificado por su causa. El dolor de decir "buen viaje", "hasta siempre", "volveremos a vernos en otra vida", "espero que seas feliz allí donde estés". La imaginación del ser humano que nos hace creer en un cielo maravilloso donde todos los que se van pasan sus días mirando hacia abajo para cuidar a los que nos quedamos. El cielo de los perros, de los gatos...el paraíso que existe más allá de la vida y la muerte, el limbo que inventaron otros tantos. Cualquier cosa sirve para paliar el sufrimiento que causa un adiós dicho a la prisa. La tristeza de seguir en pie sufriendo por el que ya no está, el pensarlo cada día sin poder superar la situación. Los que seguimos en pie pero quebrados, doloridos de tanta brecha mal cerrada que se infecta con pensamientos de flagelo y culpa.
Yo, personalmente, necesito deshacerme de tanta despedida imaginaria, de tanta muerte prematura, de tanta autodestrucción a mi persona. Mi muerte está asumida, pero no la ajena siempre incontrolable. Nos pasamos la vida despidiéndonos por si no podemos volver, por si la casualidad no nos reencuentra, por si la vida tiene deparado algún otro viaje tridimensional paralelo al nuestro que evite una nueva colisión. Así es como caminamos algunos por estos senderos; intentando respirar a la vez que secamos lágrimas que nos tocan en una ruleta de lazos de unión.
Sea como fuere, buen viaje compañera, espero que hayas sido todo lo feliz que se puede ser aquí. Un achuchón.
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