En el encuentro algo había cambiado, como si de un muñeco de trapo se tratara...ojos azules no tenía mueca en la cara. El poeta mostraba con interés e ilusión todas sus novedades, preguntaba, comentaba, se mostraba ansioso por hacer que las voces fluyeran, pero no fue tal como esperaba. Sugiriendo un lugar algo más tranquilo para hablar...ojos azules se mostró reacio aunque finalmente aceptó volver a aquel apartamento en el que tantas veces había emanado el calor de sus cuerpos desnudos. Al entrar el poeta sentía la presión, los recuerdos, todo se le anudaba en la cabeza y no lo dejaba pensar con claridad. Su objetivo: ser sincero, honesto, entregarse en cuerpo, mente y alma. Todo comenzó con un "verás, yo quería...se que dijimos que....pero es que...". Con tartamudeo y dudas, pero sobre todo con la verdad, el poeta fue desnudando sus entrañas mientras le entregaba el corazón a ojos azules. Éste, sin embargo, inmóvil sin decir una sola palabra, extendía las manos y sostenía el corazón palpitante que parecía que se iría volando en cualquier momento.
Tras unos segundos de silencio que parecieron horas...ojos azules parpadeó al fin y con un "lo siento" le devolvió el corazón al poeta. Esta vez los latidos del mismo habían parado, con el tiempo, con la vida, con la esperanza, todo se detuvo como congelado. Poco a poco el corazón se hacía pequeño, diminuto, casi se podría decir que parecía escondido. Mágicamente estaba húmedo y tras varios segundos ojos azules se dio cuenta que se trataba de las lágrimas que caían y se deslizaban por la cara del poeta. Nunca había visto nada semejante, como una cascada que nacía en unos ojos ardientes de fuego. Todo tan desconcertante que finalmente el corazón casi se rompió al estar tan débil por el agua. Escocía debido a la sal de las lágrimas, pero lo más doloroso era la herida que tenía en su interior que lo mataba en silencio.
Tras varios minutos ojos azules comentó que respetaba enormemente la promesa de no enamorarse del poeta, y que esa historia no podía salir de la burbuja en la que se había quedado. Esas noches de desenfreno, de pasión, palabras dichas, sonrisas esbozadas...todo había sido producto de la lujuria, y que el sexo, sin más...es tan solo sexo: dos cuerpos buscando satisfacción mutua en una historia que jamás llegará a ninguna parte. Luego añadió: "Además, mira esto...". De repente sacó de su pecho un nuevo corazón latiendo con fuerza. Casi parecía un caballo salvaje trotando por las llanuras. Estaba decorado con besos de colores y tenía un lazo rojo a su alrededor. Era el corazón más hermoso que jamás hubiera visto. El poeta, asombrado le dijo: "Vaya...hasta tu corazón es el más hermoso que he visto jamás...". Con cara de duda, ojos azules respondió: "No, este no es mi corazón, es el de la persona que llena mi vida actualmente y me lo ha entregado para demostrar al mundo que podemos ser los más grandes. No digo que tu pequeño corazón palpitante no sea suficiente, pero el hueco de mi pecho necesitaba algo más amplio, bonito, limpio...".
Fue entonces cuando el poeta miró a los ojos azules y ya no lo eran tanto. El azul cielo se transformaba en gris y perdía vida, perdía interés. La sonrisa se convertía en burla, las palabras en mentiras forzadas, los gestos en ficción pura y dura. Todo se desmoronó: la ilusión, las ganas se seguir, las ansias de amar, tantos años esperando, sufriendo....el poeta no lo resistiría. Tanto es así, que esa misma noche, el poeta se acercó al océano y se puso a mirar las estrellas. Con todas ellas reflejadas en sus ojos le dijo a la estrella Polar: "¿Por qué eres así? ¿Cómo has permitido que pase esto?". A continuación se sacó su corazón del pecho y lo tiró a las aguas bravas del océano. Desde el muelle miraba cómo se lo llevaba la marea. Parecía una boya de corcho sin valor ninguno, y hasta había perdido el color. El poeta sin rumbo se miró el pecho y gritó: "Ahora ya no queda corazón que romper, ahora me dedicaré a vivir para mí...la única cosa que cuenta...".

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