lunes, 12 de julio de 2010

POE


Llega el momento en el que las palabras en ningún idioma expresan lo que quiero decir. No llego a comprender si he podido alguna vez ser un buen poeta, o el poeta sin rumbo que siempre creí ser. Ya no siento que la retórica forme parte de cada cosa que digo. Simplemente ya no puedo manipularla a mi antojo, mi limitado lenguaje me prohibe decir las obscenidades que pasan por mi cabeza sin llegar a perder la cordura.
Ni siquiera sé si el mundo entero siente lo que digo o lo entiende de la manera en que lo digo. Siempre llega ese punto sin retorno desde el que no soy capaz de volver, imposible avanzar y me estanco. Llegando a los treinta me voy planteando si algún día escribiré algún libro digno de encuadernar y que fuera de adulaciones sea más de lo que pretendió ser al comenzar.
A veces siento que las historias son demasiado valiosas para contarlas en un escrito, pero de no hacerlo nunca nadie las recordará, ni el propio protagonista. Finalmente morirán en un mausoleo de hielo que se derrite al terminar febrero. Eso o dejarlas plasmadas para que alguien las lea mientras comenta lo aburridas que son, o aún peor...que no las comenten jamás. La falta de reacción provoca el hundimiento del autor.
Un escritor necesita feedback para vivir. ¿Qué es un autor sin público? Nada, sin ojos que lean lo escrito no somos nada. Sin embargo, a veces los silencios pesan más y son de oro, que no dorados. Lo dorado está bañado con una capa que se despega con el tiempo y los buenos textos están hechos de lingotes de 24 kilates, o de 18.
Después de todo siempre me he considerado un escritor, un poeta, un autor...porque escribo para vivir, vivo para escribir, sudo palabras, grito momentos, sueño entre páginas. Me considero un aprendiz en el mundo del lenguaje, de la expresión, de la literatura. Admiro a todo el que tergiversa sus obras con una pluma, con un papel, con una pantalla y un teclado.
De las decenas de autores que he seguido con empeño en estos últimos diez años he decidido que no quiero ser como ellos. No quiero esclavizarme a lo que pida la sociedad. Prefiero mantenerme detrás del telón. Darle una patada a mi obra y dejarla desnuda en el primer acto. ella podrá defenderse sola y decir mucho más de lo que yo jamás podría hacer, aún siendo su creador.
Los momentos de plenitud son pocos y hay que aprovecharlos cuando tenemos a la musa al lado. Escribir apresurado con fecha límite se paga caro. Finalmente todos ven que no salió del corazón, porque la audiencia no es tonta. No quiero ser así. Quiero seguir siendo ese poeta sin rumbo que decide cuándo empezar y dónde terminar. Quiero ser el dueño de mi destino, de mis pasos, de mi camino...de mis guerras internas. Esperaré a volver a encontrarme en el mapa de mi vida y entonces osaré comenzar lo que siempre he tenido entre neuronas...mi primera novela.

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EL COMIENZO NUNCA RESIDE SOBRE NINGÚN PRINCIPIO...

Parecía que nunca nacería, pero aquí está...con una estética forzada y protocolaria. Con un toque propio de esos que te recuerdan a quién pertenece y con muchas expectativas de futuro (para liberar tensiones más que nada). Sin más, pongamos puntos y suspensivos a esto que nace hoy y que nadie sabe hasta dónde llegará....bienvenidos a mi verdad




"LA LOCURA QUIZÁ NO SEA OTRA COSA QUE LA SABIDURÍA MISMA QUE, CANSADA DE SOPORTAR LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO, HA TOMADO LA INTELIGENTE RESOLUCIÓN DE VOLVERSE LOCA"

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE