domingo, 15 de marzo de 2015

AQUEL CUADRO EN LA PARED

Saeki decidió renunciar a todo a sus 20 años. Continuó viviendo con un saco de piel y huesos lo mejor que pudo, mientras que su espectro mantenía la esperanza en aquella habitación. El inerte cuadro de su amado no volvió a moverse y a sabiendas que ya nunca regresaría, ella no se cansó de contemplarlo por si algún día se materializaba en realidad. Los años mataban su belleza, la marchitaba poco a poco, aunque siempre dejaba un hilo de plata que uniera a aquella niña de 20 primaveras con su espejo de 55. Saeki no se quejaba, no hablaba, no quería pensar en voz alta. Ella se limitaba a regresar cada noche a aquel cubículo que la había hecho tan feliz en el pasado. Su canción había sido tan perfecta que el paso del tiempo no podría corromperla jamás. Todos los pianos de oriente se morían por tocar sus notas y esperaban que la femenina voz de Saeki acompañaran su melodía. La historia, la más triste e injusta historia de amor jamás contada no volvería a repetirse jamás y era por eso que ella no quería seguir viviendo sin buscarlo en cada una de sus madrugadas.
Siete mares surcados y otro puñado de continentes no habían sido suficientes ya para intentar volver a navegar en sueños llenos de realidad. Ambos vivían en la memoria de Saeki felices como se habían prometido más de 30 años atrás. Ella cumplió su promesa en su subconsciente, pero su cuerpo discrepaba fervientemente. Aquella habitación estaba intacta, exactamente igual que hace tres décadas, cuando la tragedia azotaba la integridad de la pareja. Ella, había decidido dejar todo como estaba para que el tiempo pudiera devolverle a su amado. Ya no contaban historias en las esquinas, ni sonaba el teléfono con ningún tipo de habladurías. Ahora nadie se acordaba de aquella noticia que en antaño no se iba del foco de atención de una pequeña ciudad. La humanidad olvida, pero Saeki sabía que ella, aunque quisiera jamás podría. Ella no podía traicionar un lazo de amor tan profundo, un juramento de muerte tan intenso, un hilo de color rojo que se deshilachaba en el fondo de su pecho. Así, eterna e invisible, Saeki se aparecía cada noche por si su amado aparecía antes que la muerte regresase para llevársela a ella. Plegaria que había ignorado durante años. Ella, perseverante y tenaz, no faltaba a su cita; encuentro que todos ignoraban y que no se movía de aquel cuadro de la pared que alguien, de algún modo...se negaba a descolgar.

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EL COMIENZO NUNCA RESIDE SOBRE NINGÚN PRINCIPIO...

Parecía que nunca nacería, pero aquí está...con una estética forzada y protocolaria. Con un toque propio de esos que te recuerdan a quién pertenece y con muchas expectativas de futuro (para liberar tensiones más que nada). Sin más, pongamos puntos y suspensivos a esto que nace hoy y que nadie sabe hasta dónde llegará....bienvenidos a mi verdad




"LA LOCURA QUIZÁ NO SEA OTRA COSA QUE LA SABIDURÍA MISMA QUE, CANSADA DE SOPORTAR LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO, HA TOMADO LA INTELIGENTE RESOLUCIÓN DE VOLVERSE LOCA"

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE