domingo, 2 de junio de 2013

VIGÍA DE LAS ESTRELLAS

Aquel lugar tranquilo y apacible. Ese sitio en el que Damián no tenía que dejar de ser él mismo. Podía pensar en voz alta, gritar susurrando al viento, sonreír por dentro. Todo lo que ya el planeta Tierra ha dejado de hacer...podía ocurrir con tan solo un parpadeo, un pequeño aleteo de mariposa. Aquel lugar, sin embargo, era diferente. Era una casa, una morada con un puñado de personas que se amaban tanto que el corazón se les quedaba pequeño, se tenían tanto cariño que abrían las ventanas para que saliera un poco y no explotasen esas cuatro paredes llenas de amor. De aquello hace ya más de 10 años.
 
Damián creció, se hizo mayor, se convirtió en un hombre cultivado, alegre, vivaz. Aquella casa de derrumbó por el destino, fue aquella fatídica tarde la que provocó que en apenas unas horas, toda una construcción se demoliese. Nadie pudo evitarlo, ni con palabras, ni con abrazos, ni con pañuelos. Desde entonces los partícipes de la felicidad tomaron diferentes rumbos. Cada uno un camino que doliese menos, un sendero que no les llevase a pensar demasiado en lo que tuvieron y se desmoronó. Pero todos seguían teniendo algo en común, aquella estrella que brillaba en el cielo.
 
Norte, sur, este y oeste...daba igual el rumbo que hubiesen cogido, siempre el cielo de techo los alumbraba. Allí arriba se ocultaba ese vigía de las estrellas. Cuenta la leyenda que en cada estrella se esconde un vigía que subió de la Tierra al cielo y desde arriba contempla y controla el universo entero. Ocurre porque los dioses necesitan que exista un equilibrio en la Vía Láctea y es por eso que las almas han de elevarse a vivir en una estrella. La estrella de Damián, como no, era para él la más brillante de todas. Se encontraba justo en la constelación de Libra, la poderosa balanza de la justicia. Cada noche Damián miraba hacia arriba y veía cómo aquella estrella blanca brilla, como guíñándole un ojo. Entonces él sonreía y podía irse a dormir tranquilo.
 
No era otra cosa que saber que aquella estrella lo protegía, lo que hacía que Damián hubiese encontrado la felicidad de muchas otras maneras: llenando su vida de buenos amigos, de libros interesantes con grandes historias, de una ética que llevaba a raja tabla y de un guión que iba creando a cada paso que daba. Así pasaban los meses del año y las estaciones, con sus hojas recién brotadas, luego secas, luego caían y así un ciclo que se renovaba cada 365 días. Así los contaba Damián, uno a uno, siempre mirando hacia arriba. Daba igual la estación, aquella estrella siempre estaba en el mismo lugar, daba igual si el resto de las estrellas se movían, su vigía jamás lo abandonaba.
 
A medida que Damián iba cumpliendo un año más, le entraban más y más ganas de saber de qué estaba formada aquella estrella. ¿Tendría cuarto de baño? ¿Existirá allí arriba el aire acondicionado? ¿Y los libros, se quemarán con tanta luz? Leyó en enciclopedias que una estrella no es otra cosa que un objeto con luz propia, que muchas estrellas juntas formaban constelaciones y muchas otras cosas de temperatura, presión, gas, astros y polvo cósmico. "¡Qué fascinante debe ser vivir ahí arriba!", pensaba constantemente. Cada día llegaba a casa con la clara intención de seguir leyendo sobre estrellas: Antares, Castor, Pólux, intensidades, brillo... "¿Cómo será la estrella en la que habitas mi vigía? ¿Habrá sitio para dos allí? Seguro que sí, se convencía a sí mismo".
 
Después de pensar que ya no existía nada más en aquel planeta por lo que seguir adelante, después de conocer en propia piel qué es un vertido de petróleo, el calentamiento global, las bombas atómicas, los atentados terroristas, la extinción de especies, los asesinatos y otro sinfín de barbaridades que se habían creado ahí debajo diariamente, Damián tomó una decisión. De nada servía seguir ahí si todo lo que siempre había ansiado estaba en aquella estrella. Ya era hora de convertirse en vigía y poder acompañar a la persona que le dio toda la luz que poseía. Aquella que lo vio nacer, crecer, que le enseñó todo lo que sabía. Era su vida y era su decisión.
 
Aquel día Damián esperó a que anocheciera mirando aquella estrella. Cogió su coche y condujo muy despacio hacia el acantilado al que solía ir cuando era pequeño. Una vez allí, escribió varias cartas. Una se la escribió a los habitantes del planeta, a los culpables de todo lo que estaba ocurriendo, otra la escribió a los habitantes de su casa, aquella casa llena de amor, escribió varias cartas a sus amigos, con los que había pasado los mejores momentos en esos últimos 10 años y una última carta sin remitente, donde escribía que iba a convertirse en un vigía de aquella estrella que estaba a la izquierda del centro. Daba igual si podían encontrarla o no, la reconocerían porque brillaría tanto como él.
Entonces se armó de valor, echó a correr y saltó al viento. Extendió sus brazos como si fueran alas y las agitó mientras sonreía. Al contrario que las aves, Damián bajaba por el centro del acantilado cada vez más rápido hasta que desapareció en la oscuridad. Súbitamente se despertó en un lugar que le era totalmente desconocido y allí notó su presencia.
 
Su vigía en el cielo estaba ahora frente a Damián, llorando, con la cara ardiendo por culpa de las lágrimas. Se acercó a él y lo abrazo tan fuertemente que sintieron que se convertirían en una sola persona de un momento a otro. No se escuchaba nada, ni siquiera el silencio, era todo como un flotar invisible que no se podía tocar ni palpar. Sin separarse de Damián, su vigía le preguntó con la voz temblorosa:
 -¿Por qué lo has hecho? Eras feliz allí abajo, lo tenías todo. ¿Qué te ha llevado hasta aquí?
 -Mamá, tenía que hacerlo, estaba empezando a olvidar tu rostro... - contestó Damián.

No hay comentarios:

EL COMIENZO NUNCA RESIDE SOBRE NINGÚN PRINCIPIO...

Parecía que nunca nacería, pero aquí está...con una estética forzada y protocolaria. Con un toque propio de esos que te recuerdan a quién pertenece y con muchas expectativas de futuro (para liberar tensiones más que nada). Sin más, pongamos puntos y suspensivos a esto que nace hoy y que nadie sabe hasta dónde llegará....bienvenidos a mi verdad




"LA LOCURA QUIZÁ NO SEA OTRA COSA QUE LA SABIDURÍA MISMA QUE, CANSADA DE SOPORTAR LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO, HA TOMADO LA INTELIGENTE RESOLUCIÓN DE VOLVERSE LOCA"

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE