TANTO

Perdí tanto….voz, corazón, cuerpo y alma. Dejó de obedecerme como tantas otras veces siempre que te miraba. Imposible vencer el dolor. Un vacío que se crea en cada poro de los pocos despojos de piel que me quedan y me duele. Quiero gritar hasta desgarrar mi garganta, pero apenas puedo susurrar palabras que ni mismo comprendo a día de hoy.  Mis manos olvidaron su poder de comunicar, mi cara ya no transmite y no puedo vencer el dolor. Solo siento estas dos rodillas que tiemblan a punto de quebrarse, que caerán tarde o temprano a tus pies. Esperaré impaciente solamente por volver a ver tu sonrisa, aunque ya no te rías conmigo, sino de mí, por lo ridículo que puede llegar a ser el ser humano y por mi suprema estupidez. Me congelo por dentro, ardo por fuera y todos viven menos yo. Corro y vuelo en mi mente, me veo escapando hacia la luz del sol, pero todo se convierte en pesadilla cuando muero abrasado por sus rayos. Mis neuronas cambian una “s” por “z” para que tú me abraces y descansar en paz, pero en mi universo las cosas no son tan sencillas. No tengo poder, no tengo fuerzas, todo cae sin gravedad. Lo muerto es efímero, la vida es eterna y cuesta saber que no volveré a tenerla sin ti. A mi lado, a su lado, ¿al lado de quién? ¿Qué más da ya?

Llega el momento, me encuentro ante tu felicidad extrema, tu nueva vida maravillosa. Miras hacia abajo y me ves en este abismo rodeado de tonos otoñales. Leo en tus ojos que no te doy ni lástima y haces un atisbo de levantar el dedo para señalarme mientras piensas para ti mismo “te lo dije”. Las historias acaban como siempre me dijiste que acabarían: yo destrozado entre un millón de recuerdos. No vivo ya, no sueño ya, no duermo ya. Solamente puedo parpadear e intentar transmitir que así no es como tenía que acabar mi película, que esta vida no pudo vivirse así, con tanto llanto, rodeada de pena y tragedia. ¿Acaso estaba escrita en las estrellas? Maldita sea…¿por qué nadie me lo dijo? Miro hacia arriba y te veo de nuevo. Buscas algo, pero no sé qué es. Veo una mano que te entrega un gran lazo negro. Caminas hacia mí, me miras a los ojos con burla y pasas el lazo sobre mi cuello. Aprietas cada vez más fuerte hasta que apenas respiro y entonces giras en espiral hasta que terminas tu regalo. Eso es todo lo puedo ser, un sucio regalo terminado con lazo negro, rojo de la falta de aire, negro por la falta de vida. Miro hacia arriba buscando una última destella de esperanza y solamente estás tú, partiendo lejos de aquí.