Mi asignatura pendiente con la vida. Solamente una vez he podido vencerla y creo que por esa victoria aún sigo vivo. No puedo hacer más que absorberla, dejar que me haga daño, que forme parte de mí. Ojala pudiera mandar en la suerte o el destino. Ojala pudiera repartir-equilibrar los males del mundo. No me los quitaría de encima, los regaría por el planeta para que se disolvieran como un Redoxon en agua, y de dos tragos amargos los pasaría. Acabarían en mi estómago para finalmente ser expulsados de forma líquida. Probablemente sobra alguna esquina de escombros.
Mil alegrías no pueden acabar con la pena. Es como el gran señor sol, que constantemente es tapado por unas cuantas nubes, pero finalmente siempre acaba por salir. A la pena le gusta ser admirada, llorada, sentida. Es presuntuosa y obsesiva. Peor que una mamba negra en la selva. Paraliza hasta la muerte o se alimenta de entrañas débiles como las mías.
Aunque me acostumbre a ella cada vez me hace sentir de manera diferente. Hay veces que soy un puñado de arroz sin cocer en medio de un salero, otras simplemente soy yo y mi circunstancia. A veces soy un espejo manchado de helado. Hoy, en cambio, no soy más que un puñado de gafas inservibles...así me trata la pena...con crueldad y descaro.
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