
A Raúl le cuesta dormir. Nunca puede hacer siesta y se pasa media hora dando vueltas en la cama sin pegar ojo. Encima le da migrañana cuando duerme poco y no descansa. ¿Pero qué pasa cuando Raúl trabaja de noche, se hace una analítica y se acuesta a las 9 de la mañana? Pues que teóricamente se pondría los tapones y se acostaría hasta las cuatro de la tarde (porque tiene squash, sino se despertaría a las 6 de la tarde).
Pero en la práctica todo cambia. En la vida real Raúl quita el volumen de su móvil, desenchufa el teléfono en su cuarto y se echa a dormir. En la vida real sus compañeras de trabajo (que son unas putas cabronas todas ellas) lo llaman al teléfono fijo que tiene en el salón y no cuelgan hasta el decimonoveno tono. Y así sucesivamente hasta que Raúl, con tapones y todo...se despierta. El gran motivo y la razón de peso era que si quería trabajar un sábado por la tarde. Vamos, un sueño hecho realidad. Obviamente la respuesta era el NO más grande y claro que ha dicho en su vida, agravado por el cabreo que Raúl tenía al no poder volverse a dormir hasta por la noche.
Lo mejor de toda la historia es que las compañeras de Raúl sabían que había trabajado de noche y que tenía la analítica por la mañana...
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