
Me imagino a la humanidad en una ruleta gigantesca girando sin parar. Desde que nacemos aparecemos ahí, pegados a velcro en la rueda. Poco a poco la vida, el destino, la mala suerte o "algo" va lanzando bolas rellenas hacia la ruleta. Todas ellas contienen enfermedades que van cayendo sobre las personas. A unos les toca un cáncer a los cuarenta, otros cargan el síndrome de down de por vida, también hay leucemia, neumonía, gripes, y cientos de virus de todo tipo.
Algunas vidas son muy afortunadas y no llegan a saborear enfermedades serias a lo largo de su existencia. Tan sólo esperan a que la muerte les llegue cuando les tenga que llegar. Otros muchos perecen durante el camino, o bien viven torturados hasta el final. Se lucha para nada, se gasta dinero en vano y la fe se esfuma por momentos.
Y ahí permaneceremos para siempre, viviendo nuestra vida, ajenos al futuro que nos aguarda. Sin saber si lo que llamamos salud nos acompañará durante mucho tiempo o si esa sábana negra con guadaña nos llevará en algún momento preciso.
Girando y girando en esa ruleta como si fuéramos muñecos de vudú que esperan ser pinchados o golpeados con alguna patraña del destino. Esperamos que nadie que conocemos sea azotado, aunque sabemos que nos encontraremos con algún golpe letal a lo largo de la vida. Tan sólo esperamos que esta vez, o en esta ocasión, no nos toque a nosotros. Sálvese quien pueda...
No hay comentarios:
Publicar un comentario