Me pregunto si existirá el destino. Si realmente hay personas que nacen para morir a los pocos meses, a los 5 años o a los 18, apenas aprendiendo a vivir. Si está escrito en las estrellas que una enfermedad devastadora nos acecha en la veintena o si vamos a ser huérfanos apenas siendo unos niños.
Todos dicen que lo que ocurre es por algo y que ya está todo escrito, pero una parte de mí se niega a creerlo. ¿Cómo entonces voy a morir mañana si me quedo en casa durmiendo todo el día? En ese caso... ¿moriré pasado mañana cuando salga a la calle? ¿Me habré librado de esa muerte y habré ganado un tiempo más en el mundo? Si me da un ataque al corazón de la ansiedad que siento hoy, si no hubiera estado tan ansioso... ¿habría sobrevivido? Son preguntas que imagino sin respuestas, pero que para mí tienen toda la lógica del mundo.
Es fácil conformarse con esa frase que dice: "todo ocurre por algo", frase que posiblemente se haya inventado para seguir hacia delante con el menor daño posible. Yo no sé si mi destino estaba escrito, pero nunca hubiera imaginado que cambiaría me residencia a esta ciudad, que después de los 30 iba a convertirme en corredor y a participar en carreras o a poder hacer las cosas que he hecho o a viajar a los lugares que he viajado. Muchas de las cosas que he conseguido o he tenido la oportunidad de lograr han sido porque yo mismo las he perseguido día y noche. Dudo mucho que el destino las tuviera reservadas para mí. Hay objetivos que dependen únicamente de nosotros y de nuestra fuerza de voluntad. Es cierto que la suerte puede o no estar de nuestra parte, pero no estoy tan convencido que sea el destino quien rija los logros o fracasos que aparezcan en nuestro camino.
Las personas que conocemos y con las que nos cruzamos. Las que pasan de largo y las que vuelven a cruzarse con nosotros en unos años. Esas personas con las que hemos convivido y han sido importantes en un pasado, pero que ahora solamente son pensamientos esporádicos, o las relaciones del pasado que nos impiden avanzar en un presente mejor. ¿Quién controla los hilos de las marionetas humanas? No hay dios que tenga tanto poder (si acaso existiera) ni ser que controle algo de tal calibre. Serán posiblemente nuestras almas que se guían por instintos o sensaciones, serán posiblemente nuestras mentes que no nos dejan elegir al libre albedrío, o será lo que tenga que ser cuando tenga que ser y no podemos más que asentir mientras nos adentramos en caminos nunca antes transitados o ya destrozados del paso hasta perdernos.
Así, con un simple parpadeo vamos viendo como personas mueren y desaparecen dejando legados más poderosos que los que construyeron en vida. Otras personas se marchan en el más triste de los silencios y apenas son recordados por un puñado de familiares. Otros que deciden terminar con su vida porque o bien la cobardía, o bien la vida que les ha tocado no es compatible con su persona. Todo es tan efímero y la vez tan infinito.
Nuestra carne, piel y huesos se quiebra con tanta facilidad que a veces me pregunto cómo he podido sobrevivir 31 años sin quebrarme en medio del camino. Algunos que arriesgan su vida a cada segundo y viven para contarlo a sus bisnietos y otros que de tan extremadamente cautelosos fallecen de la forma más absurda por no vivir con la valentía que se necesita aquí debajo. ¿Qué es el destino en sí? Una vida bien sufrida...un camino de rosas y dinero...o un puñado de vivencias que olvidaremos al dejar de respirar....sino, un precipicio desconocido y oscuro que no hace otra cosa que succionarnos hasta que nos dejamos vencer.
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