viernes, 3 de enero de 2014

ACUARIO


Hace frío y mis manos son témpanos de hielo perpetuos, pero aun así responden al teléfono. Es él nuevamente diciendo esas palabras que nunca quise escuchar, pero que últimamente retumban en mi cabeza con frecuencia: "el invierno no es nuestra estación". Yo silente me limito a hacer acto de presencia con la peor versión de mi voz y empiezo a hacerme a la idea de que todo terminó. 
Minutos después en el sofá dando calor a un felino que debe odiarme por ser culpable de su desgracia me encuentro con sueño, hambre y pena. Lo más complicado es que no puedo hacer desaparecer ninguno de los tres estados. Ya mi cuerpo se negó a obedecerme. Parte de mí no me habla por cometer un mísero error que desembocó el alud, mis neuronas se adelantan a imaginar acontecimientos que no ocurrirán y mis dedos se aferran al teclado para relatar la desdicha de mi nuevo año.
Lo que cada recoveco de mi ser sabe es que el teléfono no volverá a sonar. Ya hace tiempo que dejó de hacerlo, justo cuando me desterré a una lejana ciudad en la que hay mucha gente, pero yo me siento muy solo. No son suficientes tres millones de personas para pasar un rato agradable charlando o arreglando el mundo. Gracioso querer arreglarlo cuando el mío está del revés.
Esta mente que tengo no hay quien la amueble, estas fuerzas se me quedan cortas y mis ganas deben estar al otro lado del mar que desde aquí no puedo ver y donde podría encontrarme con él. Cuento hasta diez y respiro, pues entonces...sigo vivo. Tenía los ojos cerrados con la mirada perdida para mis adentros por si alguna nueva señal me brindaba un poco luz en este pecho oscuro. 
Casi treinta me avalan ya con arrugas y mucho pelo. Ojeras que se abren paso después de tanto quebradero de cabeza y noches de lunas raras que no me dejan dormir. Crecientes como mi arrepentimiento, menguantes como mi esperanza, todas unidas a la vez para impedirme dar una cabezada y desvincularme de este universo que me sepulta no con estrellas, sino estrellándome. Es así como sale la mejor versión de mí; el escritor que nació en mí desde que aprendí a coger un lápiz.
Muchos me matarían al saber que daría esta facilidad de expresarme si pudiese ser feliz en algún lugar. No sabía que los errores se pagaban tan caros, que las personas apenas daban oportunidades y que equivocarse no está contemplado en el calvario eterno. Podría explicar mi situación como los cimientos de mi templo. Cada uno de ellos mantenido por los diferentes estados y situaciones con las que convivo y que al flaquear una a una hacen que se quiebre el techo cayendo sobre mí. Con mi mano izquierda intento sostenerlo y con la derecha me apoyo en el suelo para no caer. Supongo que se imaginan cómo se puede avanzar en esa situación. Ciertamente es imposible. 
Hoy se me antoja dejar de creer. Los planetas, las estaciones, el razonamiento humano, nada ya que me importe sino este dolor de hombros que no cesa si nadie se acerca a socorrerme, a masajearme lentamente para volverme a la vida, para volver a convertirme en un ser humano que en algún momento fui. Enero, ese mes que comienza de rojo y que dio vida a alguien que ya no reconozco, porque primero hay que saber quién soy para saber en qué me quiero convertir, y desde luego...no es en esto. 

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EL COMIENZO NUNCA RESIDE SOBRE NINGÚN PRINCIPIO...

Parecía que nunca nacería, pero aquí está...con una estética forzada y protocolaria. Con un toque propio de esos que te recuerdan a quién pertenece y con muchas expectativas de futuro (para liberar tensiones más que nada). Sin más, pongamos puntos y suspensivos a esto que nace hoy y que nadie sabe hasta dónde llegará....bienvenidos a mi verdad




"LA LOCURA QUIZÁ NO SEA OTRA COSA QUE LA SABIDURÍA MISMA QUE, CANSADA DE SOPORTAR LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO, HA TOMADO LA INTELIGENTE RESOLUCIÓN DE VOLVERSE LOCA"

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE