4 años se escriben muy rápido, pero son imposibles de borrar. Se ha visto una evolución completa en contenido, temática, retórica, uso de recursos, cambio de inquietudes. Mi blog ha crecido y yo con él. Debo confesar que de las pocas cosas que tengo, es una de las que más orgullosas me siento. No por su éxito, que ha sido bastante discreto, sino por lo que me ha aportado. Todos esos sentimientos y heridas a llaga viva que han aflorado de mi cerebro saliendo por mis dedos. Todo ello me ha ayudado a continuar cuando apenas veía salida en el túnel. Muchos dicen que me expongo en demasía en mi blog, pero… ¿acaso es algo malo? Todos estamos expuestos a la vida desde que nacemos, y no todos somos capaces de sobrevivir. Si aparte de mí mismo puedo alegrar mínimamente el día de cualquier otra persona que conozca o no, ya el objetivo de mi blog tiene doble recompensa. Uno de los ámbitos de los que me siento más feliz en la actualidad, y de poder seguir adelante contando historias y revelando todo lo que veo desde mi lado del espejo. No llueve a gusto de todos, pero es también ahí donde me quedo. Me gustan las personas que leen con criterio y son capaces de decir: “esto no me gusta” y cerrar con el aspa que hay a la derecha de la pantalla. No escribo para agradar a nadie, no soy del tipo complaciente que piensa qué gustará y se mete a inventar. Escribo lo que sé, justo cómo me sale, y tal cual lo pienso. Puede estar más o menos adornado, pero no deja de ser mío.
Me siento preparado para escribir mi primera novela, para plantar mi primer árbol, para crear un nuevo hermano a mi hijo. No sé con quién, ni cuando, pero ya soy capaz. Podría llevarme un Planeta, un Nadal, o un Nobel de Literatura…podría no llevarlo jamás y seguir siendo feliz, pero justo ahora, a punto de cumplir los 28 años, puedo decir “I’m ready”. Igual tarde, igual demasiado pronto, pero el momento ha llegado. Sólo necesito ese espacio de tiempo que me permita iniciarme, esa inspiración que nunca me abandone y la elocuencia que ha nacido aquí dentro, en mi pecho. No significa que abandone a mi primogénito, sino que ampliaría horizontes a cualquier extremo. No sé si profesor de inglés, traductor, o si teleoperador de emergencias. No sé si intérprete de lengua de signos o guía intérprete de personas sordociegas…lo que sí sé es que soy escritor, siempre lo he sido, y hasta que pueda…lo seré. Cuatro años han cerrado un ciclo de prueba que he superado con creces, con caídas, tropiezos, zancadillas, con cuchillos a la espalda, guardados en el bolsillo, pero por ahora puedo decir que sigo de pie y escribiendo. Ya no tengo miedo a envejecer mientras queden historias por contar, personajes que inventar, lugares de ensueño que crear. Mientras tanto me escondo tras este pequeño blog que se ha convertido en algo muy grande para mí y desde aquí no sólo celebro su cumpleaños, sino que celebro el mayor regalo que jamás he dado a nadie…mi orgullo.

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