Como siempre se suele decir, dejamos las cosas para el último momento. Y así fue...En realidad no pensaba hacer ninguna especie de memoria a este 2007 que nos deja, pero ha sido un año digno de recordar. No por lo bueno que ha sido, sino por todos los quebraderos de cabeza y cambios (buenos y malos) que me ha traído.
Si tuviera que ponerle un nombre a este año, sin duda sería el año de las "decepciones". Debo decir que gracias a ellas me encuentro hoy donde estoy, con mi mente totalmente limpia y mi cabeza amueblada (aunque siempre ha estado así). También ha sido el año de los cambios. He dedicado mucho tiempo a pensar, a limpiar trapos sucios, a reemplazar trapos nuevos y a cambiar todo de sitio. Nunca pensé que me fuera a costar tanto tiempo dar un paso adelante más, pero cuando mejor se ve es desde lejos, cuando ya lo he pasado.
Un año lleno de baches, montañas empinadas y cuestas arriba interminables. Con momentos de tensión, de dolor y de tristeza. Es curioso como recordamos antes los momentos malos a la hora de sacar la balanza. Sin embargo, por una vez en mucho tiempo (4 años para ser exactos) este año la balanza se inclina hacia las cosas buenas, y con creces.
De las mejores cosas que me han pasado, sin duda alguna, una de las mejores ha sido entrar a trabajar en el 112. Por una vez en la vida estoy trabajando en algo que (para mi sorpresa) me gusta. No es un trabajo monótono ni se hace pesado como otros. También influye mucho la gente que hay ahí dentro. Muchos de ellos, más que compañeros de trabajo son amigos. Al menos gente con la que puedes hablar y te hace desaparecer la pena o el dolor que puedas sentir en un momento dado. Risas aseguradas y muy buen rollo. No solamente al entrar a currar ahí, también he conocido mucha gente en el proceso de selección, y en el tiempo que transcurrió hasta que entré definitivamente.
Este año también tiene cara (y alguna que otra careta). Caras de personas que he conocido y que me han demostrado más de lo que nunca hubiera esperado de ellos (después de todo lo que ha venido por mi vida). Caras que quizás mañana me resulten lejanas, pero que tuvieron su momento en el tiempo hoy.
Finalmente acabé la carrera. Ciertamente me estaba consumiendo y después de volver de Austria, ya no supe cuál era mi sitio "anymore". Fue cuestión de promesas, y como siempre cumplo lo que prometo, pues este año he podido acabar con la más grande de todas. Un alivio enorme que, aunque no me sirva de mucho en el futuro, siempre formará parte de un presente que yo mismo (para bien o para mal) elegí.
Año de nuevos proyectos, nuevas ideas y muchas ganas para conseguirlo. Un año de mil preguntas sin respuestas, de muchas críticas constructivas (otras no tanto) y de millones de decisiones por tomar (después de todo esta vida se basa en decisiones).
Un año que ha traído bodas, enlaces, y un niño que está pidiendo a gritos salir al exterior. Un retoño que hacía muchísima falta en la familia y que ha sido el fruto de un camino largo, pero seguro. Unos giros inesperados en los destinos de cada uno, pero siempre con la sonrisa de saber que siempre será posible un mañana.
Sin más cristales que impiden palpar lo que hay ahí fuera, sin más opiniones que caigan como bombas en multitudes, y sin más presiones que nos hagan tambalear sin necesidad de nada. Un balance que se me hace eterno cuando hablo de sentimientos, y con el que me siento plenamente agradecido después de todo este camino solo. Quizás fue el azar, el destino, o lo que quiera que sea, pero se cumplieron muchas de las cosas que me contó aquella pitonisa que una vez visité. Ni ingenuo ni osado, pero ahí está, grabado en el tiempo.
Deseando que el 2008 se me antoje como un año incluso mejor que este que hoy termina. Con muchas ilusiones y ganas de empezar cosas nuevas. Con la certeza de que casi todo es posible en esta vida, y con las ganas de tomar las riendas de mi destino que solo a mí me pertenece. Con la intuición de seguir dando guerra en esta sociedad, y ser capaz de intentar mejorar las cosas un poco más si cabe. Con la emoción de ver cómo van pasando las cosas a mi alrededor sin esperarlas, y con la seguridad de que siempre llevaré en mis bolsillos un puñado de sonrisas para ir repartiendo cuando haga falta. Con energía renovada para sacar adelante este año y mil más, y con la fuerza de seguir sabiendo dónde estoy y dónde me gustaría ir (aunque al final acabe en el otro extremo del mundo). Con la esperanza de seguir teniendo a mi gente a mi lado para que me tire de las orejas y me haga reír a carcajadas de vez en cuando. Esperando que de los 366 días de este año (que promete ser especial), pueda sacar 366 lecciones por aprender, y sea capaz de dejar salir de mis labios un te quiero y un lo siento, cada vez que mi alma me haga superar malas pasadas. Sin ningún tipo de pretensión, pero con un montón de sueños por realizar, paso la página de este año que guardaré en mi memoria como el año en el que las cosas empezaron a cambiar. Y mientras tanto, vuelvo a abrir un nuevo almanaque que permanecerá con nosotros un año más, y que traerá una nueva balanza llena de emociones.
Deseando lo mejor a cada individuo que forma parte de este pequeño mundo, me despido con un enorme abrazo (de esos que dan calor y seguridad) y una promesa envuelta en un puñado de ilusiones que haga que todos, y cada uno de nosotros, seamos capaces de ser felices aunque sea por un instante.
Un beso,
Raúl
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