miércoles, 5 de noviembre de 2014

AT THE SUN...

Hubo una época en la que me hice tan pequeño que nadie podía verme. Justo como las hormigas que nadie aprecia desde la copa de un árbol. El miedo me invadía capa por capa, desde la epidermis hasta el más profundo de mis órganos. El terror se filtraba con el agua por mis riñones y luego bombeaba hacia mis venas desde mi corazón. Mezclado con el oxígeno lo convertía en óxido y me tupía hasta hacerme morir. La muerte, que tantas veces me visitaba de formas diferentes se negaba a obedecer mi petición de marcha. El sufrimiento era peor que cualquier despedida repentina. Así, poco a poco me convertía en la nada absoluto, en el más oscuro de los vacíos. Mi reflejo no soportaba mi mirada y el espejo decidió darme la espalda para no reflejar las ojeras que me estaban destruyendo la cara. Un rostro nunca bello, pero sí demacrado por los azotes del caos que tenía en mi cabeza. La vida, tan ajena a mis días que llegué a pensar que la había perdido. La encontraba dando vueltas por mi lado del colchón hasta que volvía a entrar con mi respiración. Para mí el último de los suspiros, pero para el destino se trataba de una nueva oportunidad, como todas las que dejé pasar por la ceguera adquirida que padecía. Mi boca se negaba a hablar, mi cerebro no daba órdenes de impulsos y mi sistema motor se negaba a dejarme avanzar un solo paso más. Así pasaron los días, las semanas, los meses… haciendo que mi cuerpo se marchitara, que mis entrañas ocupasen todo el espacio libre de mi existencia y que lo único que me unía a la humanidad era un mantenimiento mínimo del cuerpo que se limitaba a dejarme ir al baño, y cerrar los ojos varias horas al anochecer.  Pensar; pensar se convertía en el pasatiempo de mis ratos, que no fueron pocos. Los condicionales imposibles, las promesas sin cumplir, las largas esperas de abrazos que no llegaron. Azotes de soledad, maldiciones hacia mi persona, la tortura de la invisibilidad que un día deseé para curiosear mi sociedad y ahora que la poseía me destruía lentamente. Así, justo así es como el cuerpo humano de un hombre empieza su propia autodestrucción. Así, con el simple paso de deprimirse y hacerse pequeño hasta el punto de no encontrarse ni aun siendo su propio dueño. Así, fue como desaparecí en aquella época, y aunque hoy no sé si vuelvo a existir…seguramente algún día sea capaz de volver a encontrarme, pero solo si alguna vez fui alguien…


No hay comentarios:

EL COMIENZO NUNCA RESIDE SOBRE NINGÚN PRINCIPIO...

Parecía que nunca nacería, pero aquí está...con una estética forzada y protocolaria. Con un toque propio de esos que te recuerdan a quién pertenece y con muchas expectativas de futuro (para liberar tensiones más que nada). Sin más, pongamos puntos y suspensivos a esto que nace hoy y que nadie sabe hasta dónde llegará....bienvenidos a mi verdad




"LA LOCURA QUIZÁ NO SEA OTRA COSA QUE LA SABIDURÍA MISMA QUE, CANSADA DE SOPORTAR LAS INJUSTICIAS DEL MUNDO, HA TOMADO LA INTELIGENTE RESOLUCIÓN DE VOLVERSE LOCA"

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE

TODO OBJETO VARÍA SEGÚN LA VISIÓN DEL QUE LO CONTEMPLE