Días que vuelven y van como gaviotas en el
mar. Pienso en los seres con los que me he cruzado, con los que convivo día a
día, con los que he decidido pasar mis
horas muertas, o con los que se han cruzado en mi camino y me han conquistado.
Los veo y sonrío por dentro. Me alegra saber que todavía existe gente en este
lugar por la que merece la pena prepararse para sufrir y para llorar de
felicidad, todo en su justa medida. Hacen que se llenen mis días de largas
conversaciones sin principio ni fin, de momentos de silencio que no dicen nada,
pero que se siente todo. Personas nuevas y renovadas que me hacen reinventarme,
que provocan que yo mismo cree una prolongación de mí por quererme tal cual
soy, por aceptarme con todo el pasado que he vivido. Son ellos los que me han
enseñado un gran porcentaje de la humanidad que llevo en esta maleta. Son ellos
los que me han enseñado a quererme un poco más a mí, a ellos, y a todos los que
están por venir.
No quedarán en vano las noches de alcohol, los
abrazos en segundos, las risas a carcajadas, las horas tumbados en la arena,
los viajes a cualquier otro lugar, porque si están ellos, aunque no sea aquí…a
mí me basta. Hoy, y sin que sirva de precedente me quedo solamente con lo bueno
y me permito el lujo de hacer un recorrido extenso por cada uno de los que me
ha marcado de alguna forma. No importa que hoy hayan desaparecido, porque si
están en estas líneas es porque en algún momento han significado algo para mí
de algún modo. Doy las gracias porque la gran mayoría de ellos…a día de hoy
siguen a mi lado.
Mi madre, que me crio sin saber en el hombre
que me iba a convertir. Mi padre, por demostrarme que la fuerza que tengo es
sin duda heredada. Mi hermano Monsi, por aceptarme tal cual soy “no matter
what”. Mi hermana Afri que se encargó llenar todas y cada una de mis horas
muertas con cariño y dedicación. Mi hermana Rosi que siempre está cuando llamo
y que ha suplantado a la madre que tengo en el cielo. Mi cuñado Ernesto que sin
duda es lo más bueno que hay en este mundo. David Artiles y Carla, que marcaron
mis primeros contactos y fueron la base de un momento crucial de mi vida.
Carolina Arroyo, por ser tan única y especial, por no juzgar lo que se ve desde
afuera. Cristo Halliwel, porque no recuerdo la vida sin él, los millones de
horas juntos que nadie podrá borrar. Tomás, que llenó días y noches de momentos
entrañables. Rafa Portillo, que ha conseguido que el tiempo me deje olvidar
todos aquellos momentos, gracias. Ana
Castro, que dejó huella en mí por la fuerza con la que seguía adelante. Idaira
Marrero, que hace que cada vez que la veo no haya pasado el tiempo. Sonia, por
enseñarme las bases del cariño y el tacto sin escuchar otra cosa que su propio
corazón. Nadia, que me ha marcado de muchas formas y aun así sigue siendo un misterio.
Yero, al que sigo intentando conocer
después de años en mi mente. Estíbaliz, que sabe que lo que hemos creado
no podrá derrumbarse jamás. Thais, que no importa si aquí o en Madrid, nuestra
historia está escrita. Saday, la conejera que convirtió mis días grises en
soleados. Jhonny, que me ayudó en una de las etapas más duras de mi vida. One
Cabrera, que sigue siendo una de las personas con las que más me he reído en la
vida. Trisha, que se convirtió en mi alma gemela durante un tiempo muy especial.
Jordi, que me cautivó hasta las trancas enseñándome que los colores opuestos
también se mezclan en cosas bonitas. Raquel, que no sé de dónde salió, pero de
mi cabeza nunca ha podido marcharse. Miguel Ángel, que me acompañó sin
preguntar cuál era el destino. Sara Oses, que dondequiera que mire siempre la
encuentro sonriendo. Ana Rosa, que volcó mi vida para convertir mi amargura en
alegría. Huete y Ubay, que no entiendo cómo, pero dejaron una huella imborrable
en mi memoria. Alina y Diana Schtockinger, mi segunda familia temporal; nada
podrá eliminar tanto agradecimiento. Oliver
Astley, que me sigue a cada ciudad y al que le debo parte importante de lo que
me he convertido profesionalmente. Katerina Trajkovska, a la que le he robado
el apellido por haberme marcado en “so many ways”. Toni, que abrió mi mente de
formas indescriptibles. Snappito, que vino de la nada y se convirtió en algo
muy grande. Julio Romero Sola, que siempre será esa luz que me guíe allá donde
voy. Sara Barrera, que hizo que todos los momentos que existieron fueran
increíbles. Ione, que me enseñó que la locura vive en mí y que no tiene edad,
sexo, ni color. Toñi Plasencia, mi gran compañera en el viaje de la vida, la
confidente eterna. Carlota Luján, por siempre una amiga que me llevaré muy
pegadita al pecho. Rosana Chamero, que dondequiera que mire me ha marcado con
su aura. Saray, que arrasa cualquier momento temporal con su alegría y me da
ganas cuando no me quedan. Sara Hladniak, que no importa el lugar o el espacio,
siempre estaremos unidos de algún modo. Ivano Grassi, por convertirse en el
niño de mis ojos y estar ahí cuando las luces se apagaron. Bea, Piriz, Jacob,
Mendoza, Reina, Idaira, Loren, Freddy y Lourdes, que me hacen recordarlos con
una sonrisa de oreja a oreja cada vez que los veo. También ha quedado una gran
huella aquí dentro para cada uno. Gracias por llenar mis momentos. Adal
González, que más vale tarde que nunca, pero se ha hecho un hueco muy grande
aquí dentro. Jose, que nadie sabe cómo vino, pero es de lo mejor que me ha
pasado en años. Juanma Moreno, el que siempre responde con sonrisas, ayuda con
corazón y despide con alma. Navin Daswani, que me enseñó mucho más de lo que
puedo pensar y que nadie nunca borrará de mi vida. Carlos Lapresta, que ha
vivido más de lo que yo recuerdo juntos y sigue al otro lado. Aarón Brito, que
me ha demostrado que de pequeñas conchas salen grandes perlas. Fran Barreto,
del que aprendí a hacerme mayor y que ha marcado una etapa que no puedo
agradecer con palabras. Manu, que hizo crecer muchos buenos momentos y no se
pagan con dinero, sigo sin olvidar la noche “a capella” que inventamos. Ayoze,
Migue, Pablo, Xenia, Idaira y Olaya, por marcar una amistad llena de buenos
momentos que no se borran del pensamiento. Lucy, que hizo que creciera algo
bonito de la nada y en el momento menos pensado. Eduardito, que me dio más de
lo que recuerdo y grabó todo a fuego. José Bravo, que me cautivó en menos de un
verano y ahora ya no puedo olvidarme de él. Fran Toledo, que nadie sabe cómo
empezó, pero se convirtió en una amistad que necesitaba. Mari Pío, que me
enseñó que la edad no es más que un número y que me ha hecho recordar tantas
cosas que nunca podré agradecérselo. Ángel Sabas, la sorpresa de mi vida, que
me enseñó que aunque no se tenga, siempre se busca. Nakay Curbelo, que en muy
poco tiempo consiguió lo que muy pocos. Luis Adrián, que arrasó todo lo que
tenía planeado y se lo llevó a su terreno. En esta vida no cabe tanto
agradecimiento. Cristina, mi zurda favorita, que ha hecho que de una sonrisa se
cree una amistad inquebrantable. Arantxa, que en tan poco tiempo se haya
convertido en algo tan importante y necesario. Ya la unión quedó creada.
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