En un armario lleno de fantasmas debemos saber que todos quieren cubrirnos con sus sábana para que formemos parte de su mísera existencia...molestando hasta la saciedad. Puedo decir que es difícil seguir adelante con fantasmas sobre nuestras cabezas, pero peor sería que los de blanco fuéramos nosotros. Lo más práctico es desmantelarlos, descubrirlos... ¿Qué más da si son del pasado, del presente o del futuro? Hay que eliminarlos, ahuyentarlos lo más lejos posible.
Se aprovechan de los recuerdos tristes que coleccionamos y de las lágrimas que dejamos caer por temor. Se alimentan de mentiras, y nosotros somos su postre. Sin embargo, para mí, siempre habrá luz al final de cada túnel y lo largo que sea depende tan sólo de nosotros mismos. Y aunque haya sido estúpido o ilógico en el pasado...he aprendido a dejar lo que está detrás donde yo ya no lo pueda ver.
Hoy he cogido esas tijeras que colgaban de mi alma y he hecho trizas las sábanas blancas. He osado asustar lo que me mataba del temor y he descubierto que aquellos fantasmas no existieron en realidad. No volveré a comprobar lo que cuesta caminar con fantasmas alrededor y nunca ya será más oscuro en mi vida que la propia noche de la realidad.
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