Me imagino un gran almacén al que van
muchísimas personas a diario. Van tantas que es imposible controlarlas en
absoluto. En las estanterías hay millones de mentiras. Algunas son enormes,
otras diminutas. Las hay pesadas, desagradables, crueles, piadosas. Cada día
van muchos seres humanos y se hacen con ellas para usarlas en su vida diaria.
Algunos pretenden herir a los que aman, otros solamente salir de un apuro,
también los hay que solamente buscan aliviarse o huir del pasado. El caso es
que las mentiras sirven para cualquier cosa, pueden usarse indistintamente y
sin siquiera saber que se está mintiendo. Es tan potente el poder de la mentira
que es capaz de separar países, grupos políticos y amores eternos.
Yo he vivido dentro de muchas mentiras, habré
contado otras tantas según a quién y para qué, pero puedo decir que siempre lo
he hecho para ir en busca de la verdad. No hace mucho empecé a vivir una muy
grande de la que a día de hoy todavía no he podido salir y en la que me veo
indirectamente afectado por ambos laterales. Llevo meses intentando
desenmascarar la mentira y hacer que la realidad salga a la luz. Sin embargo,
es tan sucia esa mentira que ha implicado a muchas otras personas que
probablemente yo mismo no pueda convencer. Ni con mi retórica aprendida, ni con
mi verdad absoluta, ni siquiera con mi libro en proceso de creación.
Yo no soy de los que se rinde fácilmente, pero
en mi proceso de buscar la verdad he encontrado muchas manos sucias, muchas
personalidades indeseables y muchos rumores que llegan por casualidad. Los
rumores no son inocentes, ni se escapan…los rumores se crean con un propósito y
finalidad, y vienen siempre de mentes enfermas y trastornadas. Estos rumores
han pasado por tantas bocas que ninguna de ellas queda libre de pecado a día de
hoy. Yo apenas puedo moverme dentro de tanta mentira, pero estoy etiquetado con
adjetivos que para nada son lo que se piensa. Nunca he ido de ángel, pero
tampoco soy Lucifer con traje de corderito degollado.
El día en que alguien decidió comprar esa mentira
yo solamente fui el espectador de un evento. Yo me reía porque sí, y una mirada
asesina vio coartadas para comprar una gran mentira. Desde entonces he ido
descubriendo poco a poco toda la crisálida que se ha creado a raíz de las
palabras de un trol lleno de maldad. Imagino que tan sólo se trata de
rivalidad, o de afán de protagonismo, pero como todas las estrellas en
ascenso….finalmente caerán desde lo más algo. No es necesario citar ejemplo de
cadáveres que fueron personas notables décadas atrás. Como dicen por los
pueblos: “A cada cerdo le llega su San Martín”.
El caso es más grave que como lo planteo, ya
que toda esta mentira nadie la comenta directamente conmigo, sino que se susurra en círculos y provoca que se me
cierren puertas. No solo puertas, sino ventanas y buhardillas. Provoca también
que nadie me mire a los ojos, que cambien de acera cuando me ven, que desvíen
la vista para simular y no saludarme. Me pregunto por qué los sujetos pacientes
de esa mentira no me ponen en duda y se acercan a preguntarme qué soy, de dónde
vengo y qué hago aquí. Parece que a nadie le interesa una mísera existencia. Lo
más gracioso, sin embargo, es que ignoran lo que me espera a mí, y lo que les
aguarda a ellos por ser así. Si miraran atrás y supieran lo que tengo, cómo lo
he conseguido y el camino que he escogido…igual se arrepentirían de sacar a
pasear tanta desgana y poca personalidad.
Para mí, las personas influenciables solamente
me sirven para rellenar huecos con alguna finalidad, y el que no sea capaz de tomar
sus propias decisiones igual no es digno de vivir en esta sociedad. Lo que
seguramente tampoco sepan es que aunque a mí no me dejen brillar aquí, brillaré
en cualquier otro lugar. Y lo haré tan intensamente que podrán verme desde
lejos y entonces sabrán que lo que tengo aquí dentro igual vale más que una
mentira comprada en un almacén ilegal de segunda mano. Y no, no estoy dejando
que mi ego escriba más rápido que mis manos…quien escribe ahora no es otra cosa
que la realidad, el sentido común y la lógica aplastante. Y el que no me quiera
escuchar…no sólo tendrá que cerrar los ojos o taparse los oídos, deberá incluso
marcharse a cualquier otro lugar. Igual allí, en aquel planeta lejano…no se vea
reflejado mi destello.
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