Carnaval nunca fue el mismo. Ya no grita hasta saciar y corre sin parar. Ya no es de purpurina ni lentejuelas, ya no entiende de disfrazes o modales. Carnaval nunca fue el mismo. Por fuera es todo un festival, por dentro delincuencia y crueldad. Ya no hay carcajadas, ahora son puñaladas. Ya no hay inocencia, ahora es delincuencia. Se fue la honestidad, para venir vestida de maldad.
Las murgas ya no dicen la verdad. Promocionan el pleito insular, detestan, desprecian y atacan. Godos no, fuera sudacas, no más negros...los lemas del carnaval. Dividen el archipiélago sin ningún tapujo, y luego pretenden ser bienvenidos fuera de este lugar. Aprovechan malinterpretando y chillando al viento palabras sin ton ni son...y ellos lo llaman cantar.
Las comparsas simplemente son un cuerpo en un disfraz. Bailando sin parar hasta que los pies no aguanten más. Con vestidos similares, nadie sabe quién fue nunca más. Mismos colores, mismos atuendos, cascos que llegan al cielo. Medio desnudos a la luz de la purpurina, y con plumas hasta en el lagrimal.
Las reinas del carnaval ya no tienen originalidad. Diseños parecidos en cada gala, con un jurado variopinto que entiende de moda, de tendencias y de ropa, pero no de carnaval. Mucho prestigio, mucho porte, pero poca honestidad. Nada objetivo y tongo hasta en el vestuario. Manipulaciones a la orden del día, y todo el público sonríe con alegría.
Y aquí se queda don carnaval. Mucho dinero para lucirse, y acaba en los bolsillos de algún carcamal. En la calle ya no queda seguridad, desafiando a la suerte todas las noches de disfraz, pero este es el lado oscuro de don carnaval.
Las murgas ya no dicen la verdad. Promocionan el pleito insular, detestan, desprecian y atacan. Godos no, fuera sudacas, no más negros...los lemas del carnaval. Dividen el archipiélago sin ningún tapujo, y luego pretenden ser bienvenidos fuera de este lugar. Aprovechan malinterpretando y chillando al viento palabras sin ton ni son...y ellos lo llaman cantar.
Las comparsas simplemente son un cuerpo en un disfraz. Bailando sin parar hasta que los pies no aguanten más. Con vestidos similares, nadie sabe quién fue nunca más. Mismos colores, mismos atuendos, cascos que llegan al cielo. Medio desnudos a la luz de la purpurina, y con plumas hasta en el lagrimal.
Las reinas del carnaval ya no tienen originalidad. Diseños parecidos en cada gala, con un jurado variopinto que entiende de moda, de tendencias y de ropa, pero no de carnaval. Mucho prestigio, mucho porte, pero poca honestidad. Nada objetivo y tongo hasta en el vestuario. Manipulaciones a la orden del día, y todo el público sonríe con alegría.
Y aquí se queda don carnaval. Mucho dinero para lucirse, y acaba en los bolsillos de algún carcamal. En la calle ya no queda seguridad, desafiando a la suerte todas las noches de disfraz, pero este es el lado oscuro de don carnaval.
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