Su castillo fue la vitalidad que salía por cada uno de sus poros, aunque moría con cada bocanada de aire del exterior. Su sabiduría provenía de un simple espejo que traslucía a ráfagas parte de una inventada realidad. Sus ojos, cegados por el deseo de lo que no tenía y tanto ansiaba amar acabó por azotarle hasta desgarrarle por dentro sin derramar una sola gota de sangre. Así, día tras día, lujuria, avaricia y codicia se apoderaron de su alma hasta transformarla en el ser más inmundo que podía existir.
Un día, acumuló sus últimos aliento para aventurarse a abrir aquella puerta que había permanecido cerrada durante lustros por seguridad. Fuera, esperaba la vida, la realidad, la pobreza, la miseria, la injusticia que no conocía sino en relatos que alguien alguna vez contó. Ella, decidida a dar un giro a su existencia comenzó a respirar aire puro mientras paso a paso, se adentraba en una multitud que gritaba sin parar.
No muy lejos divisó a campesinos y vendedores poniendo precio a pedazos de un cristal. Ella, atónita ante lo que contemplaban sus ojos se preguntó por qué un puñado de cristales tenían tanto valor. Luego, comprendió que no era otra cosa que su propio espejo, que alguien había recogido de la basura después de que ella misma lo rompiera con su mirada.
Fue así como aprendió que todos deseaban lo que nunca tuvieron y que nadie realmente podría poseerlo sin arriesgar algo a cambio. Su oxígeno nunca sería respirado por otra persona y el dióxido de carbono que expulsaba cada uno hacía que apenas se pudiera sobrevivir en ese lugar que llamaban sociedad. Ella, arrepentida de haberse marchado de su zona de seguridad intentó apresurarse de nuevo a su castillo, donde escenarios imposibles la hacían una estrella para el mundo exterior.
Fue delante de aquella puerta vieja y desteñida que se desvaneció tras el último de los murmullos que salió de su boca. Fue aquel último respiro que no salió el más sincero gesto que había tenido jamás, pero ya...después de tan osada aventura...su corazón dejó de latir. La princesa no pudo soportar la presión de ser como los demás, de convertirse en alguien más normal, de no ser única, rica y envidiada. Ahora, su alma orgullosa como antaño mientras se elevaba...solamente rezaba por convertirse en lo único que le quedaba ser: una leyenda.
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