Los precios se vuelven más caros, como la vida. El precio a ser genuino, diferente, atípico. No hablo de dinero, hablo de su equivalente en dolor, en sufrimiento, un sinónimo de calvario que no quisiera pronunciar. La felicidad...probablemente de los más arriesgados de conseguir. ¿Cuántas veces no habré pagado altos precios por conseguirla? Todo mi capital, toda una vida, y hasta la juventud que a estas alturas empieza a flaquear.
La experiencia no se compra, se consigue con sudores de sangre, de esfuerzo. La belleza, el precio de la belleza es muy duro, por conseguirla si no se tiene, por mantenerla si nacimos con ella. Yo, en cambio...nunca la he sufrido y lo veo más bien una ventaja. El poder, la fuerza, el dinero; a veces no se trata tan solo de lograrla, que muchas veces conlleva muchos matices, sino que sea reconocida por uno mismo, por el público.
¿Cuánto cuesta un puñado de inteligencia? Quizá no se pueda comprar, quizá podamos disimularla, y hay quien cree tenerla sin haberla visto siquiera. La inteligencia hay que buscarla, y si se encuentra hay que trabajarla, si no se encuentra tendremos que buscar a alguien que la posea para favorecernos de ella...de lo contrario estamos perdidos.
Las amistades, la familia, los amoríos...se nace con ellos, se eligen a veces, se malgastan. Las relaciones sociales y los lazos son tan fuertes como débiles. Penden de un hilo de oro que tienen la resistencia y valor del oro, pero son tan endebles como un hilo sin hilvanar. La soledad es su antónimo y se paga muy cara, pero a cambio conseguimos hacernos fuerte a base de malos ratos. ¿Compensa? Siempre dependerá de cada individuo.
La salud, la que nos hace seguir al pie del cañón o nos postra para siempre en una cama encarcelada, o en un féretro que nadie apenas recordará. La salud, lamentablemente es como una ruleta; nos toca el premio de vivir 100 años o la desgracia de marcharnos antes de aprender a hablar. Condicionada siempre por los accidentes, y la mala suerte, pero no es otra cosa que triquiñuelas del destino. Unos nos labramos mala salud para ser mitos, otros luchamos por ser fuertes, saludables aunque caeremos pronto, otros...bendecidos por fuerzas mayores vivirán décadas por muchos vicios fatales que sigan. Así es cómo se mueve este mercado.
El amor se compra, se gana, se vende, se alquila, se pierde, se encuentra y nos hace perder la vida. ¿A qué precio ronda el amor? A unas 3 mil lágrimas el gramo, y a veces nos estafan y nos lo venden por patadas, golpes o sangre. El amor es hermoso a la vez que letal. Cuántos amores no habremos comprado que eran dulces, perfectos...y se nos tornaron tormentosos. Garantías caducadas, máscaras rotas, masoquismo peligroso y un sinfín de precios a pagar que el ser humano soporta en silencio y con vergüenza.
El mundo...un planeta que va desapareciendo muy lentamente, que muere mientras lo vemos pasar, que sí que no tiene precio y que aunque lo tuviera no hay muchos que pagasen por él. La ignorancia, la inconsciencia, la locura...a saber cuántos otros calificativos harán de este planeta un lugar devastado en el que ya no se podrá ni poner precio a las cosas; en el que el ser humano ya no tiene aire, agua, luz, vida... Sin mundo...sin mundo no existe nada más.
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