Aquella línea que todos cruzamos al nacer, y que, irremediablemente tenemos que volver a cruzar cuando marchamos. Bien por decisión propia, por obligación divina o del destino, por cientos de motivos que nadie podría explicar hoy, en pleno siglo XXI. Entramos tantas veces en aquel edificio blanco con olor a incertidumbre sin saber si podremos salir esta vez. Allí es donde empieza la verdadera batalla. Llegar a ese lugar significa que hay opciones por muy remotas que sean y desde ahí podemos aferrarnos a la vida o dejarnos vencer. El truco es respirar.
"Respira, abrázate fuerte a la vida, no dejes que esa línea lo decida y te lleve a tres dimensiones de aquí. Respira, abre los ojos y mira a quienes te rodean, tan sólo es abrir la mano y dejarles que te guíen a la luz. Respira, si duele despierta igualmente y grita, que quieres quedarte en tierra firme con quienes te admiran. Respira, demuéstrale al mundo que aunque la vida no siempre es justa hoy para ti no termina...respira...".
A él, para que decida respirar
y seguir descubriendo las cosas bonitas que le esperan en esta vida
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