Llego a tiempo a la cama faltando cinco minutos para que den el toque de diana, a tiempo de poder ver la foto suya en la cartera. Me pasó algo raro… En la cena, una de las chicas se me dirigió con una sonrisita en la cara y me preguntó qué había dejado atrás para tener esa mirada tristona. Y yo le respondí: “mi felicidad”. Lejos de aquella noche, tumbado ya en mi cama lo recuerdo a él. Recuerdo lo último que hablamos, en el último abrazo que le di antes de mi partida. ¿Qué es ese sentimiento? ¿Amistad? ¿Y qué hace continuamente en mis pensamientos? Estaré… no, mejor no decirlo aunque todo es en vano, ya que mi corazón ha decidido. Volveré junto a él…como cuando me fui. Ese es mi pensamiento y no quiero complicar más las cosas con él.
Por sorpresa, la madrina de mi madre que vive en La Palma me regala unos billetes de ida y vuelta a Tenerife y en ese momento lejos de agradecerle el detalle, me embarga el sentimiento de que lo volveré a ver a él y hago un esfuerzo enorme por aguantar las lágrimas. Los ojos ya los tengo encharcados, pero ya no importa porque estoy lejos como para que alguien me vea llorar.
Me tiene preocupado, lo siento triste y algo le pasa. Algo que él no me quiere contar. Son fechas malas para él. Son noches de recuerdos del pasado que le estropean estas fiestas.
J.G.A.
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